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En Mozambique, prohíben la pesca y obtienen mejores resultados

  • Fecha: 18 septiembre 2018
  • Por: Karen Luz

En el Archipiélago de las Primeras y Segundas, los santuarios de peces mejoran los medios de subsistencia y la economía local.

Aún es temprano por la mañana. Nuestra embarcación navega a toda velocidad a través de un mar de aguas increíblemente azules. Una lluvia torrencial nos mantuvo en la ciudad costera de Angoche durante días, pero gracias a un cielo despejado y un mar más tranquilo, nuestro pequeño grupo -un equipo de investigadores y conservacionistas de WWF y CARE- finalmente pudo llegar a Pulizica, un pequeña comunidad pesquera ubicada en el Archipiélago de las Primeras y Segundas, en Mozambique.

Pulizica es hogar del santuario de peces más reciente establecido por la Alianza WWF-CARE, alanza que hace frente a las principales causas de la pobreza y la degradación ambiental. Hoy en día estamos viendo cómo el área protegida está ayudando a recuperar las poblaciones de peces que estaban agotadas en la región. En Pulizica, una de las tres áreas administradas por la comunidad donde no se permite la pesca, el santuario es parte de los esfuerzos de la alianza para mejorar los medios de vida, ayudando a las comunidades locales administrar mejor sus recursos naturales.

Con una extensión de 4,020 millas cuadradas, Primeras y Segundas es una reserva marina costera compuesta por 10 islas que conforman una barrera, bosques de manglar, estuarios costeros, complejos de arrecifes de coral y praderas de pastos marinos, los cuales albergan una asombrosa variedad de especies. La mayor concentración de tortugas verde, carey y golfina, todas en peligro de extinción, nadan en estas aguas, al igual que otros peces tropicales.

Mientras tanto, las 340,000 personas que viven en la región están íntimamente ligadas a la tierra y también al mar; el ingreso y la alimentación de alrededor de dos tercios de todos los hogares dependen de las diversas pesquerías.

Lamentablemente, las abundantes poblaciones de peces en Primeras y Segundas han disminuido rápidamente en la última década, en gran medida debido a la sobrepesca y los recursos mal manejados. Las comunidades costeras están viviendo con fuentes de ingresos cada vez menos confiables y afrontando problemas de inseguridad alimentaria crónica, lo cual ejerce aún más presión sobre los ecosistemas marinos.

La paradoja de no pescar

La idea de no pescar para capturar más peces parece contradictoria. Pero cuando se manejan bien, las zonas de no captura (áreas en las que las personas no pueden pescar) pueden ayudar a recuperar la vida marina. Dichos santuarios protegen a los frágiles arrecifes y evitan que los pescadores acaben con especies de peces que no son objeto de la pesca o con peces que son demasiado jóvenes. Esto le da a las pesquerías la oportunidad de repoblarse y crecer.

Y funciona. En Pulizica, la abundancia y el tamaño de los peces en la zona prohibida a la pesca aumentó enormemente y la diversidad de las especies se triplicó.

Los pescadores locales también apoyan los santuarios. Cuando pasamos por ahí, al menos 10 barcos se mantenían justo fuera de la zona, esperando que la baja de la marea trajera peces nadando hacia sus redes, lo que alguna vez fue una idea inconcebible.

Nos detuvimos a platicar con los encargados de la vigilancia comunitaria, quienes se aseguran de que nadie pesque ilegalmente. Uno dice haber visto, por primera vez en muchos años, delfines en el estuario, una señal de que la recuperación de las poblaciones de peces es lo suficientemente abundante como para atraer depredadores más grandes.

Estas conversaciones sirven para reafirmar que las zonas protegidas por la comunidad y las zonas prohibidas a la pesca no son solo herramientas efectivas de conservación, también son herramientas de aprendizaje que ayudan a las personas a comprender que un mejor manejo de los ecosistemas puede mejorar sus vidas, y que sus acciones hacen la diferencia.

Las noticias sobre el éxito de los santuarios de peces se han extendido a lo largo de la costa, y tanto WWF como CARE ahora colaboran con el gobierno de Mozambique y las comunidades locales para imponer zonas de exclusión en el arrecife de coral que rodea las islas Primeras y Segundas. Con la ayuda de los pescadores que han tenido éxito en estos santuarios, estamos demostrando que optar por no pescar -y recurrir a la agricultura u otras alternativas para obtener ingresos localmente- puede beneficiar tanto a las personas como a la vida silvestre. Sus voces y acciones pueden impulsar el cambio y garantizar la supervivencia de este lugar único y lleno de vida.

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