El hurón de patas negras, uno de los mamíferos más amenazados de Norteamérica, necesita comunidades de perritos de la pradera para sobrevivir. Sin este hábitat especial, no puede sobrevivir en estado silvestre.

¿Cómo puede la vida silvestre sobrevivir sin hogar?

La reinterpretación de la Ley de Especies en Peligro de Extinción podría dañar 50 años de conservación exitosa

Cuando alguien destruye deliberadamente tu casa, la ley lo reconoce como un delito y proporciona herramientas para que los responsables rindan cuentas. Se entiende que, al destruir la vivienda de alguien, se causa un daño real, incluso si nunca se toca a la persona que vive allí. Sin embargo, ese es esencialmente el cambio que el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (USFWS, por sus siglas en inglés) propone para la fauna en peligro de extinción.

Actualmente, la ley que protege a las especies en peligro de extinción, la Ley de Especies en Peligro de Extinción (ESA, por sus siglas en inglés), deja claro que destruir el hábitat —los hogares de animales y plantas en peligro de extinción— se considera "daño" y es ilegal. Una reciente reinterpretación propuesta eliminaría la destrucción del hábitat de esta definición, facilitando a los promotores inmobiliarios la destrucción de los lugares donde habitan la fauna en peligro de extinción y las plantas poco comunes.

La fauna silvestre puede simplemente irse a otro lugar, ¿verdad?

Cuando el Congreso creó la Ley de Especies en Peligro de Extinción hace casi 50 años, la protección del hábitat era el eje central de la ley. Sabían que las plantas y los animales saludables necesitan y requieren un tipo específico de hogar. En pocas palabras: no se puede salvar una especie si se destruyen los bosques, humedales, ríos o pastizales a los que están adaptados de forma única y de los que dependen para sobrevivir.

La mayoría de los animales están vinculados a hábitats específicos con el alimento, el agua, el refugio y otras condiciones adecuadas que necesitan para sobrevivir y proteger a sus crías. La pantera de Florida, de la cual solo existen unos 200 ejemplares en libertad, necesita vastos territorios en el sur de Florida. El cóndor de California, una de las aves más raras del planeta, depende de vastas áreas silvestres para obtener su alimento y sitios específicos en acantilados para anidar. El escarabajo tigre de Salt Creek, uno de los insectos más raros del mundo, existe solo en unos pocos humedales salinos cerca de Lincoln, Nebraska. Cuando el desarrollo urbanístico drena o rellena estos excepcionales hábitats salinos, los escarabajos no tienen adónde ir, ya que su hábitat específico no existe en ningún otro lugar. Las tortugas marinas nadan miles de millas para regresar a las playas donde nacieron para desovar, pero el desarrollo costero y la iluminación artificial ahora confunden tanto a las madres como a las crías, a menudo alejándolas del océano y llevándolas hacia carreteras concurridas.

Las plantas en peligro de extinción son aún más vulnerables a la destrucción de su hábitat. Una vez establecidas, prácticamente no pueden mudarse a otro lugar. Por ejemplo, la planta carnívora de montaña, que solo se encuentra en unas pocas zonas de las Carolinas, depende de condiciones muy específicas de suelo y agua para sobrevivir. Cuando la tala o el desarrollo destruyen este hábitat, la planta carnívora no puede reubicarse; simplemente muere. Lo mismo ocurre con los cactus del desierto, que requieren cierta altitud y tipos de suelo, o con las plantas costeras adaptadas a niveles específicos de salinidad y arena. A diferencia de algunos animales, que tienen una mayor probabilidad de huir cuando llegan las excavadoras, las plantas, en particular las que no se propagan por semilla, no tienen ninguna vía de escape.

Incluso especies generalistas como el abejorro de manchas oxidadas, que recibió protección federal en 2017, requieren un hábitat saludable con abundantes flores silvestres para sobrevivir. Gran parte de su hábitat histórico se ha convertido en áreas agrícolas.

No se trata solo de especies en peligro de extinción

Proteger los hábitats no solo beneficia a la vida silvestre, sino también a las personas. Los ecosistemas saludables brindan servicios que nos mantienen seguros y saludables:

  • Agua limpia: Los hábitats saludables filtran la contaminación y evitan que el suelo se filtre hacia el agua potable.
  • Protección contra inundaciones: Los bosques y humedales absorben las precipitaciones que, de otro modo, inundarían nuestras comunidades.
  • Barreras contra tormentas: Los hábitats costeros, como los manglares, protegen las costas de huracanes y la subida del nivel del mar.
  • Prevención de enfermedades: Los bosques inalterados actúan como barrera para ayudar a prevenir la propagación de enfermedades que pueden transmitirse de animales a humanos.

A pesar de lo que puedas haber escuchado, la ESA ya incluye herramientas de gestión flexibles para ayudar a los propietarios de la tierra. Programas como los Acuerdos de Puerto Seguro permiten a los propietarios privados apoyar voluntariamente a las especies en peligro de extinción, a la vez que obtienen garantías legales para poder seguir utilizando sus tierras para actividades como la agricultura y la ganadería, o simplemente como vivienda. Estas soluciones beneficiosas para todos, proporcionadas por la ley actual, demuestran cómo la ESA considera el bienestar de las personas, además del de las especies bajo su protección.

Preservando 50 años de éxito comprobado

Durante casi 50 años, la Ley de Especies en Peligro de Extinción ha salvado con éxito a decenas de especies, incluyendo el águila calva y la ballena jorobada, del borde de la extinción. La protección del hábitat ha sido fundamental en estos casos de éxito.

Eliminar la destrucción del hábitat de la definición de "daño" de la ley desmantelaría una de las leyes de conservación más importantes de Estados Unidos (y del mundo), afectando la protección de más de 1,600 especies actualmente incluidas en la Ley de Especies en Peligro de Extinción. Haría casi imposible cualquier intento de proteger a las especies en peligro de extinción, ya que la principal amenaza para la mayoría de las especies amenazadas y en peligro de extinción es la pérdida de hábitat y otras presiones externas, no la matanza directa.

El Congreso fue claro al redactar la Ley de Especies en Peligro de Extinción en 1975: no se pueden salvar plantas y animales sin salvar sus hogares. Debemos respetar esa sabiduría y mantener sólida la protección del hábitat para la vida silvestre y los espacios naturales que hacen de nuestro país un lugar tan especial.