Conservación más allá de las áreas protegidas

Cómo la colaboración impulsa los OECM en América Latina

En ocasiones, la conservación sucede en algunos de los lugares más remotos del planeta, mientras se monitorean rinocerontes en los ríos de Namibia o se apoya la pesca sostenible al norte de la Patagonia. Pero en veces la conservación se lleva a cabo en entornos muy ordinarios, como en la sala de conferencias de un hotel.

Durante tres días de septiembre, más de 80 personas se reunieron en Lima, Perú, para crear un plan a futuro para la conservación de los océanos. Entre los participantes había representantes de organizaciones indígenas, ONG como WWF, dependencias de la ONU y algunos financiadores. El enfoque de este taller participativo fue sobre “otras medidas de conservación eficaces basadas en áreas” (generalmente conocidas como OECM, por sus siglas en inglés) en América Latina y el Caribe.

Las OECM se centran en los impactos sobre la biodiversidad y la conservación más allá de las áreas protegidas. Frente a la continua destrucción de la naturaleza y la desestabilización del clima mundial, las OECM han cobrado impulso a medida que el mundo lucha por alcanzar objetivos ambiciosos en materia de biodiversidad y clima.

Un área que no está protegida puede ser un OECM si conserva la biodiversidad y las funciones ecosistémicas y si es gestionada y gobernada, y si su existencia respeta los valores culturales, espirituales y socioeconómicos locales. Por lo tanto, un corredor de vida silvestre designado dentro de una concesión forestal puede ser reconocido como un OECM, pero la concesión más grande probablemente no lo sea. Los matices son primordiales, y no todos los sitios superficialmente similares cumplirán los mismos criterios. Los OECM solo pueden identificarse caso por caso.

Por qué son importantes las OECM

Las OECM se mencionan explícitamente, junto con las áreas protegidas y los territorios indígenas, en la Meta 3 del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, que exige la conservación de al menos el 30% de la tierra, el agua y los mares. Hasta la fecha, se han registrado casi 6,500 sitios como OECM en 15 países que cubren un área aproximadamente del tamaño de México.

“Si queremos alcanzar la meta de conservar el 30% del planeta para fines de esta década, necesitamos trabajar en alianzas, colaboración y necesitamos asegurar que las agendas sean inclusivas, efectivas y equitativas”, comenta Lucía Ruiz, directora de áreas de conservación de WWF. “Las OECM ofrecen una gran oportunidad para cambiar el paradigma de conservación para avanzar en este objetivo”.

Las OECM incluyen una franja potencialmente amplia de esfuerzos de conservación, por lo que la conversación en Lima fue comprensiblemente similar. ¿Cuáles son los posibles beneficios del reconocimiento de las OECM? ¿Cómo garantizamos que los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales no solo se respeten, sino que se refuercen a través de este enfoque? ¿Qué queremos lograr a través de los OECM en la región?

Las voces de ese taller fueron captadas en video, ilustrando el compromiso colectivo con la conservación y la necesidad de herramientas como los OECM para alcanzar los objetivos de biodiversidad, clima y desarrollo sostenible.

¿Y cuál fue el resultado de todas esas discusiones en Lima? Los participantes desarrollaron una agenda colaborativa hasta 2030 sobre los OECM en la región —esencialmente un compromiso de trabajar juntos en nueve temas, incluidos marcos legales, incentivos no financieros y salvaguardas para asegurar que este enfoque comparativamente nuevo para la conservación brinde beneficios tangibles para la naturaleza y las personas— y lo presentaron durante la COP16 en Cali, Colombia. Estas conversaciones y compromisos son una parte importante de las acciones de conservación, para asegurar un futuro donde las personas vivan en armonía con la naturaleza.