La dura realidad sobre la conservación inclusiva

WWF está comprometido con la conservación inclusiva en todos los niveles de la organización: es de especial importancia que las personas sean el núcleo de nuestros esfuerzos de conservación, los cuales se basan en áreas. Becky Chaplin-Kramer, científica líder de WWF de biodiversidad y ciencia global, y Gabby Ahmadia, vicepresidenta de WWF de conservación basada en áreas para los océanos, comparten lo que este enfoque significa para ellas como científicas:

Históricamente, la conservación comúnmente ha promovido áreas de naturaleza virgen que se preservan detrás de límites similares a los de una fortaleza. Hoy en día, los proyectos de conservación más exitosos son aquellos que se asocian con las comunidades locales, mismas que obtienen beneficios de los ecosistemas que administran. A medida que la comprensión de las contribuciones de la naturaleza al bienestar y la prosperidad de las personas ha aumentado, estos valores se están incorporando cada vez más en las políticas, los negocios y las finanzas.

En Estados Unidos, por ejemplo, la Oficina de Gestión y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés) de la Casa Blanca anunció recientemente su guía revisada sobre el análisis de costo-beneficio para incluir los beneficios que la naturaleza brinda a las personas, como regular la calidad del agua, mitigar las inundaciones, brindar oportunidades recreativas y más. De hecho, empresas de todo el mundo están estableciendo metas científicamente validadas que les permitan establecer objetivos para reducir sus impactos en la naturaleza.

Este tipo de evolución es bienvenida. Además, está desafiando a los científicos conservacionistas como nosotros para que busquemos nuevas soluciones a una serie de desafiantes preguntas. Si la naturaleza está empezando a entrar en nuestros criterios de resultados, ¿cuál es el papel de las áreas protegidas, especialmente aquellas “apartadas” del uso y desarrollo humanos? ¿Pueden las áreas protegidas evolucionar ante nuestras cambiantes perspectivas sobre la naturaleza y su relación con las personas, o se convertirán en reliquias de un enfoque retrógrado de la conservación?

Las áreas protegidas aún pueden ser increíblemente útiles, pero muchas deben pasar por algunas transformaciones fundamentales para mantenerse al día con los últimos avances de la conservación. Es esencial que los intereses y valores de las comunidades locales sean la base del proceso de toma de decisiones. Recientemente realizamos un estudio que analiza el impacto de las áreas protegidas en las personas y la naturaleza y descubrimos que, en general, cuando los valores locales no son tomados en cuenta en los procesos de decisión, las áreas protegidas pueden causar daño social y, de hecho, comprometer los objetivos de biodiversidad. Por el contrario, encontramos que las áreas protegidas que incorporan diversos puntos de vista y valores generan mejores resultados tanto para las personas como para la naturaleza.

¿Por qué es tan difícil encontrar proyectos que hagan esto de manera exitosa? La conservación inclusiva es difícil. Reformar los enfoques pasados (aquellos que se centraban exclusivamente en la preservación de la naturaleza, a menudo en detrimento de las comunidades locales) es un desafío. Pero vale la pena y, de hecho, la conservación puede estar destinada a fracasar de no reformarse.

La superación de la desconfianza y del legado de injusticia no se logra de la noche a la mañana. Uno de los principales obstáculos para la conservación inclusiva es la falta de confianza entre las comunidades históricamente marginadas y las organizaciones conservacionistas, los gobiernos o los financiadores. En algunos casos, los medios de subsistencia de las comunidades locales se han visto afectados por los esfuerzos de conservación e incluso han sido desplazadas en el proceso de creación de áreas protegidas. Transformar la gobernanza de las áreas protegidas hacia una conservación más inclusiva depende de su capacidad para diseñarse e implementarse en torno a los valores y necesidades de la población local.

Sin embargo, los valores locales no están definidos en el tiempo; pueden ser maleables a circunstancias e incentivos cambiantes. Por ejemplo, se cree que el aumento de la abundancia de monos colobos, en el Parque Nacional de la bahía Jozani-Chwaka en Zanzíbar, Tanzania, es un resultado directo del cambio de los valores locales. A medida que la comunidad alrededor de esta área protegida comenzó a valorar la especie como una atracción turística en lugar de una plaga, cambió su comportamiento hacia ella y la población de monos colobos floreció. Cuando los conservacionistas trabajan con las comunidades para comprender y centrarse en los valores directos e indirectos que la naturaleza tiene para la población local, casi siempre vemos resultados positivos tanto para las personas como para el planeta.

Por el contrario, dar demasiado peso a los valores y voces que no pertenecen a la localidad puede tener resultados negativos para un ecosistema y la población local que depende de él. Satisfacer las expectativas de los turistas que quieren experimentar una supuesta “naturaleza prístina” desprovista de seres humanos, por ejemplo, puede socavar los esfuerzos de conservación inclusivos. Quizás sea necesario transformar los valores de los turistas mediante campañas de educación y sensibilización. Enseñar a los turistas sobre la importancia de las personas y las comunidades integradas en paisajes marinos y paisajes bioculturales como administradores y beneficiarios de esas áreas naturales puede ser de gran ayuda para garantizar el éxito de los esfuerzos de conservación.

Si bien reconocer y respetar los diversos valores de ciertos actores que tienen intereses en la naturaleza es una condición previa para tomar decisiones justas, también puede hacer que sea más difícil encontrar puntos en común, especialmente cuando los valores chocan entre sí. Los diferentes grupos suelen tener valores y prioridades incompatibles, lo que puede generar conflictos. Por ejemplo, el desarrollo económico puede entrar en conflicto con los objetivos de conservación. En estos casos, puede ser necesaria capacitación adicional sobre la resolución y transformación de conflictos para encontrar un camino sostenible y justo que funcione para todos.

Ese camino rara vez tiene atajos. El codiseño y la cogestión de proyectos de conservación toman tiempo y son costosos. Involucrarse significativamente con las comunidades locales significa trabajar con las comunidades para respaldar su visión durante todo el ciclo de vida del proyecto, desde la planificación y el diseño hasta la implementación y el monitoreo. Si bien los profesionales de la conservación a menudo comprenden el valor de este enfoque holístico, puede resultar complicado encontrar el financiamiento necesario para este tipo de proyectos. Es fundamental que todos los financiadores apoyen y prioricen plenamente la salud y el desarrollo de las personas junto con la protección de la naturaleza.

Las personas son parte de la naturaleza. Para que la conservación inclusiva sea la norma, debemos acelerar el cambio de paradigmas para reconocer la entrelazada y compleja relación que existe entre las personas y la naturaleza. Esto significa que los conservacionistas deben sentirse cómodos viendo personas y elementos de las personas (como ganado, asentamientos y agricultura) en las áreas protegidas. Cambiar las normas y las perspectivas dentro de la comunidad conservacionista puede ser difícil, pero es fundamental para avanzar en la dirección correcta.