Lecciones sobre sostenibilidad aprendidas durante mi niñez en América Latina, África, Asia y Estados Unidos
- Fecha: 18 septiembre 2023
- Autor: Laura Phillips-Alvarez
Tuve una infancia muy típica de Washington D.C. Y con eso quiero decir que crecí entre Honduras, Uganda, Tayikistán, Nicaragua, Mozambique y Estados Unidos (en esa orden). Nunca sé qué responder cuando la gente me pregunta de dónde soy, así que doy una respuesta aceptable que en realidad no responde de dónde soy.
“Mi mamá es de Guatemala y mi papá es de Boston”.
"Cool!"
Esta crisis de identidad es común en los niños de la tercera cultura (TCK, por sus siglas en inglés), un término acuñado en la década de los 50 para los niños que pasan sus años de formación en una cultura distinta a la de sus padres.
Dejando a un lado la crisis de identidad, pasar los primeros 13 años de mi vida en algunos de los países más afectados por el cambio climático (y los menos responsables de ocasionarlo) me inculcó un gran sentido de urgencia por vivir de la forma más sostenible posible.
Ahora que comienza el Mes de la Herencia Hispana, quisiera reflexionar sobre algunas de las lecciones de vida sostenible que adopté durante mi infancia en América Latina, África, Asia y Estados Unidos.
Lección #1: Reutiliza los artículos siempre que puedas para reducir los desechos plásticos
Cuando provienes de una ciudad que tiene un barrio entero al que coloquialmente le llaman El Basurero, donde todos los desperdicios se acumulan en una montaña gigante de basura, es difícil no ver directamente los efectos del plástico de un solo uso. En Estados Unidos, es más fácil desvincularse del plástico ya que no vemos dónde termina nuestra basura. Cada semana, ponemos nuestros contenedores de basura y reciclaje en la acera y ¡puf!, desaparecen. O eso nos gustaría creer. La verdad es que gran parte de nuestra basura termina contribuyendo a los aproximadamente 86 a 150 millones de toneladas de desechos plásticos que llegan hasta nuestros océanos. Pero el reciclaje solo puede ayudar hasta cierto punto: un 15% de los desechos plásticos son recolectados para ser reciclados y la mitad de ellos terminan en vertederos o incinerados. El sueño utópico de un sistema circular en el que reciclemos indefinidamente todos los materiales existentes que no se descomponen está lejos de ser realidad, y el reciclaje por sí solo no evitará que el plástico acabe en un vertedero como El Basurero o el océano. Crecer en ciudades donde la basura cohabita en las calles como una especie invasora me hizo querer contribuir lo menos posible a la demanda y oferta existente de plástico. Una de las formas en cómo intento vivir de manera más sostenible en Estados Unidos es evitando pedir comida para llevar, y cuando lo hago reutilizo los contenedores de comida para llevar. En mis 10 años en EE. UU., aún no he tenido que comprar contenedores de comida. Además, cuando pido café para llevar, llevo mi propia taza. Se los prometo, por el simple inconveniente de traer tu propia taza vale la pena ayudar a frenar los residuos plásticos.
Lección #2: ¡Enciende las luces solo cuando las necesites!
Esto proviene de observaciones anecdóticas. Algo que me llamó la atención viviendo en Estados Unidos es que las luces parecen estar siempre encendidas. Al vivir en países ecuatoriales, estaba acostumbrada a cortes de energía frecuentes debido a tormentas tropicales y a depender de generadores para alimentar solo nuestros dispositivos electrónicos esenciales, como nuestros teléfonos. La luz nunca nos pareció imprescindible, porque incluso cuando se cortaba por la noche usábamos velas y linternas y eso era más que suficiente. No estoy sugiriendo que las personas nunca usen sus luces y dependan únicamente de velas y linternas, pero sí insto a las personas a que enciendan las luces solo para ayudarles a ver. Esto hace sentido con el antiguo dicho que dice "¡Apaga la luz cuando salgas de la habitación!" La iluminación utiliza aproximadamente el 25% de toda la electricidad en Estados Unidos y la mayor parte de nuestra electricidad proviene de la quema de combustibles fósiles. Todos tenemos un papel que desempeñar para mantener el planeta por debajo de 1.5 °C de calentamiento global, y una manera fácil de hacerlo es apagando las luces que no son indispensables.
Lección #3: El agua limpia es finita y consume energía
Vivir en países desarrollados nos convierte en criaturas cómodas, a pesar de que tengamos buenas intenciones. Me siento culpable por querer tomar duchas más largas y más calientes, especialmente en el invierno. Pero no puedo dejar de ver las disparidades en las que crecí ahora que tengo acceso a agua limpia y potable, mientras que los niños en mi calle se bañaban con el agua de las tuberías rotas. El agua es finita y consume energía, a pesar de que tener acceso a agua potable pueda hacernos creer lo contrario. Dejar abierto un grifo durante cinco minutos consume la misma cantidad de energía que una bombilla de 60 vatios durante 14 horas. La misma regla de apagar las luces aplica para cerrar el grifo cuando no está en uso. Esto significa que, en lugar de dejarlo abierto todo el tiempo que lavas los platos o te duchas, cerrar el grifo entre uso y uso podría ahorrar mucha agua, energía (y dinero) a largo plazo.
Ninguna de estas lecciones es algo que no se haya dicho antes, pero mi esperanza es que mis experiencias de haber crecido en países en desarrollo yuxtapuestas a la falsa abundancia que vivimos en Estados Unidos puedan motivar a más personas a vivir un poco más sustentablemente. Es un momento decisivo para el planeta y todos tenemos un papel importante que desempeñar.
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