Los bisontes, los grandes héroes de las Grandes Planicies

Cómo los bisontes cuidan las praderas y contribuyen al clima

Las plantas, incluyendo los árboles y las praderas marinas, desempeñan un importante papel en la lucha contra el cambio climático, pero los animales silvestres también son héroes en la lucha contra el cambio climático. Los grandes herbívoros, como el bisonte de las praderas de América del Norte, mantienen intactos y vibrantes los hábitats y los ecosistemas en un momento en que la naturaleza enfrenta pérdidas devastadoras.

En las Grandes Planicies, a medida que las praderas se aran y se transforman para hacer espacio para la agricultura de cultivo en hileras, se liberan enormes cantidades de carbono almacenado en el suelo. Cada año, mientras más y más praderas son convertidas a tierras de cultivo, millones de toneladas de carbono se escapan a la atmósfera, lo que empeora la crisis climática. Por otra parte, los animales nativos de pastoreo, como el bisonte, mantienen intactos los pastizales y promueven una amplia gama de biodiversidad.

Recuperar las poblaciones de los principales depredadores, como los tigres, es uno de los objetivos primordiales de la restauración de la biodiversidad debido a los beneficios que brindan, como mantener el equilibrio de los ecosistemas. Sin embargo, el papel -igualmente importante- que desempeñan los herbívoros y los animales nativos ha sido reconocido con menor frecuencia. Como especie clave, el bisonte juega un papel vital en el mantenimiento de un ecosistema saludable, capaz de almacenar grandes cantidades de carbono.

Superpoder: avivar los pastizales

Los bisontes, o búfalos como se los conoce comúnmente, son los mamíferos terrestres más grandes de América del Norte. Casi fueron llevados a la extinción por la expansión de los colonos y el gobierno de Estados Unidos en un intento de someter a los pueblos indígenas. La restauración y recuperación en curso del bisonte es una historia de éxito de la conservación. Su resurgimiento como especie silvestre, principalmente en tierras indígenas y federales, ha ayudado a la flora y fauna local a lo largo de las praderas.

El comportamiento del bisonte crea hábitats únicos para plantas medicinales y extraordinarios insectos. Al pastar y revolcarse, los bisontes fragmentan la superficie del suelo permitiendo que las raíces de los pastizales absorban la lluvia. Mientras pastan, su potente podado estimula el crecimiento de nuevos brotes de nutritivas plantas, haciendo que las raíces lleguen a más profundidad en el suelo, lo que promueve el confinamiento de carbono. Todo esto conduce a un entorno que no solo sustenta una rica biodiversidad, sino que también tiene el potencial de almacenar carbono.

Al desplazarse por las praderas, los bisontes aportan nutrientes al suelo a través de su estiércol y orina (que son ricos en nitrógeno, un componente vital para el crecimiento de las plantas) y dispersan semillas que continúan poblando el ecosistema. Los bisontes son grandes podadores, además sus desplazamientos por las praderas se han denominado como una “ola verde” ya que estimulan un increíble crecimiento de plantas en todo el paisaje. Esta “ola” de nueva vegetación sirve como alimento para otros animales. Es un fenómeno tan intenso que puede verse desde el espacio.

Al ayudar a que los pastizales prosperen, estos herbívoros aumentan indirectamente la capacidad de los pastizales para almacenar carbono. Cuando el bisonte se restaura en su hábitat, se ha demostrado que incrementa la diversidad de especies de plantas, hay más polinizadores y aumenta la cantidad de aves de pastizales (por el contrario, todos estos factores sufrieron disminuciones ante la reducción de la población de bisontes). Cuando los ecosistemas son más diversos, también son más resilientes a los efectos del cambio climático y más capaces de confinar carbono.

Superpoder: socios resilientes

La amenaza global del cambio climático afecta a todos los ecosistemas del planeta, incluidas las Grandes Planicies. Los pastizales han sufrido sequías extremas y un aumento de las inundaciones en los últimos años.

Afortunadamente, debido a que los bisontes han vivido durante millones de años en este lugar, han evolucionado con el ecosistema y sus comportamientos naturales funcionan en conjunto con el resto de las praderas. Esto significa que los bisontes están mejor equipados que el ganado doméstico para manejar cambios extremos en el clima, como abrasadores veranos, helados inviernos, períodos de sequía o cantidades históricas de nieve. Si se les da el espacio para hacerlo, los bisontes seguirán evolucionando junto con las praderas.

Una mirada al futuro: un ícono cultural, ecológico y climático

Los bisontes son parte integral de la salud de las Grandes Planicies, incluyendo las personas y la vida silvestre. El increíble esfuerzo para traer de regreso a los bisontes a América del Norte ha sido liderado por pueblos indígenas, ONG conservacionistas y el gobierno federal. Este esfuerzo de restauración no solo ha sido una victoria para los bisontes y la biodiversidad de las praderas, sino también para las culturas y formas de vida de muchas comunidades indígenas.

Hace dos siglos, los bisontes dominaban América del Norte; había decenas de millones vagando por las Grandes Planicies, desde México hasta Canadá. Algunos se referían a estas enormes manadas como "Trueno rodante" debido al sonido de sus pezuñas golpeando la tierra. Para muchas naciones nativas, el bisonte es un animal sagrado, cuyo cuerpo y presencia nutre a las personas, espiritual y físicamente. Trágicamente, los colonos masacraron a millones de bisontes durante la expansión hacia el oeste. Los bisontes ahora ocupan menos del 1% de su área de distribución histórica.

Nunca ha sido más urgente como hasta hoy restaurar estas manadas en su entorno. Mientras la naturaleza se enfrenta a una crisis que cada vez se agudiza más, los bisontes ayudan a que la biodiversidad aumente y a los pastizales a capturar y retener carbono. En la lucha contra el cambio climático, su poder va mucho más allá de sus casi dos toneladas de peso.