Mujeres del Mar
Una coalición de mujeres trabaja para promover sus derechos y la pesca sostenible a lo largo de la costa sur de Chile
- Fecha: 14 agosto 2023
Al pasearse por un muelle en Dalcahue, una bulliciosa ciudad portuaria en la isla de Chiloé, Carola Barría conversa con las tripulaciones de pescadores veteranos quienes desde sus botes de madera acaban de desembarcar marisco en el puerto. Se tortura pensando en busca de soluciones al escuchar una letanía de problemas, algo claramente típico entre los rudos hombres que están acostumbrados a una vida de camaradería en el mar.
Barría es nieta, hija y hermana de pescadores, y ninguno de ellos, dice, quería que ella siguiera sus pasos. Pero, agrega, nunca le importó mucho lo que pensaban. Como muchas mujeres, esta mujer de 41 años ayudó a mantener a su familia recolectando mariscos y algas desde la orilla del mar. Pero al mismo tiempo, confiesa, estaba estudiando en secreto, aprendiendo lo que necesitaba saber para ascender de rango y convertirse en secretaria de los sindicatos de pesca locales y regionales. Más recientemente, ayudó a establecer la Corporación Nacional de Mujeres en la Pesca Artesanal.
“Cuando uno cierra los ojos y piensa en pescar, siempre se imagina a un hombre”, comenta Barría, regresando a su oficina privada con vista al puerto y a los transbordadores que van y vienen. “Es por eso que tenemos este movimiento ahora. Es para que las mujeres sepan que ellas también tienen derechos y que es importante que expresen sus necesidades porque siendo actores secundarios, nunca vamos a cambiar nada”.
Barría jugó un papel clave en impulsar una ley nacional de 2021 que agregó equidad de género a la política pesquera. La ley crea cuotas de género en los organismos reguladores y busca formalizar roles antes no reconocidos (y tradicionalmente femeninos) que preceden y siguen a la captura real de peces, actividades como ahumar productos del mar y cebar redes para las tripulaciones de pesca. Juntos, estos cambios permiten que las trabajadoras aparezcan en los registros de trabajo y soliciten apoyos económicos para mejorar sus negocios.
“Ahora”, dice Barría, “las mujeres están absolutamente empoderadas”.
WWF ve la equidad de género como un elemento fundamental del desarrollo sostenible y la conservación efectiva, por lo que la organización ayudó a impulsar la nueva ley de equidad de género y apoya a líderes como Barría.
“Las mujeres han sido invisibilizadas en este sector durante años, pero siempre han sido parte de la historia”, señala Denisse Mardones, coordinadora de comunicaciones de conservación de WWF-Chile, quien se une a Barría en el malecón cerca de su oficina. “Ahora comienza todo el proceso de implementación de esta ley y asegurarnos de ayudar a estas mujeres a obtener una mayor participación en la toma de decisiones y la gestión del trabajo de pesca artesanal y acuicultura en pequeña escala. Necesitamos asegurar el financiamiento para las empresas de mujeres y promover el reconocimiento de los impactos en la salud de este trabajo; necesitamos lograr la visión de la ley que reconoce los muchos roles que juegan las mujeres en la pesca y la acuicultura aquí”.
Barría le dice a Mardones que está más ocupada que nunca organizando y capacitando a otras mujeres líderes en Chiloé para continuar la lucha por una mayor equidad. “Al principio, muchos esposos les decían a sus esposas: ‘Debes tener cuidado con ella’, porque estoy rompiendo viejas tradiciones”, comenta, levantando una ceja. “Pero la verdad es que ahora simplemente sentimos la libertad de decir las cosas que antes no podíamos”.
Las mujeres con las que trabaja, incluyendo las cuatro mencionadas aquí, le han dicho que nunca se sintieron importantes hasta que descubrieron el poder de hablar. “Eso”, agrega, “es lo que más me enorgullece”.
Rosa de Lourdes Huenante Ortiz
Antes de que la pescadora artesanal Rosa de Lourdes Huenante Ortiz creara el sindicato de mujeres Newen Antu en 2021, ella era la única mujer en un grupo de hombres. “Siempre me consideraron inferior”, recuerda. Por supuesto, había otras mujeres en la aldea costera de Tenaún que trabajaban en la industria pesquera, principalmente en la recolección sostenible de algas y mariscos. Entonces, con algunos consejos de Barría, reunió a 11 de ellos. El objetivo: que su trabajo saliera de la sombra.
“Trabajamos en paralelo con los hombres, no contra ellos, así que no buscamos competir”, aclara, mientras saca una bandeja de snoek (o sierra) al horno en el Camping y Hospedaje Tenaún, el negocio de ecoturismo que ella administra junto a su marido. “Después de todo”, dice, “luchamos por lo mismo, que es el bienestar de nuestras familias”.
Las cabañas y los campamentos de Rosa de Lourdes se ubican justo frente al paseo marítimo de la ciudad. En la pared de la cocina comunal hay un certificado de la municipalidad local que honra su papel en el empoderamiento de las pescadoras.
De Lourdes motiva a las mujeres de su sindicato a aportar valor a sus productos crudos, principalmente eliminando los intermediarios. Por ejemplo, además de servir comida a los turistas, el año pasado construyó una sala de procesamiento. Esto le permite limpiar y congelar conger, merluzas, sierras, navajas del Pacífico y mejillones, y venderlos directamente. “Cuando agregamos valor, podemos ganar más dinero”, dice, explicando que puede ganar cuatro veces más por los mismos bienes si los prepara para el mercado. “Entonces, espero que todas las mujeres puedan llegar al punto en que puedan hacer esto también”.
Luvy Jara y Cristina Nancuante
Luvy Jara Nancuante (izquierda) y su madre, Cristina Nancuante, ambas recolectoras de mariscos, invitan una tarde a Barría a dar un paseo por las aguas color esmeralda del estuario de Tocoihue. Está anocheciendo, y madre e hija excavan a lo largo de la costa en busca de mejillones y navajas. Intercambian los chismes del día para después visitar una pequeña estructura frente al mar en honor al difunto esposo de Nancuante (el padre de Jara). A lo lejos se ven las enormes plataformas de una granja industrial de salmón; pero aquí en el estuario, el mar está tranquilo.
Nancuante comenta que alrededor de 1990 fue cuando por primera vez notó la presencia de forasteros merodeando en Tocoihue, por lo que fue de puerta en puerta con su hija para convencer a los vecinos de formar un sindicato. El plan era unirse para proteger estas aguas para las personas que han dependido de ellas durante generaciones. “He estado pescando aquí desde que tenía 16 años, así que no quería que nadie me quitara esta playa”, señala.
Tres décadas después, cuando se encontraba delicada de salud, Nancuante le pasó la antorcha a Jara, la actual presidenta del sindicato, que cuenta con 10 mujeres y cinco hombres afiliados. “Le dije a mi mamá que no estaba segura de querer ser presidenta, pero ella me dijo: Si no eres la presidenta, hija mía, el sindicato se vendrá abajo y todos mis sacrificios serán en vano”, recuerda Jara. "Este era su sueño, así que dije que mientras ella esté viva, me aseguraré de que el sindicato también se mantenga vivo".
Carmen Díaz
A medida que el Albatros, un pequeño barco pesquero de madera, navega hacia el este desde el muelle en Chonchi, ciudad portuaria ubicada unas 25 millas al sur de Dalcahue, unas verdes colinas emergen de una niebla espectral. En el asiento del capitán se encuentra Carmen Díaz, presidenta de uno de los sindicatos de pescadores de la localidad, donde el 90% de los miembros son hombres. Díaz es una de las únicas mujeres en Chiloé que posee su propia embarcación, “pero espero que no siempre sea así”, dice, haciendo sonar la bocina para saludar a los pescadores que pasan.
Díaz ancla a Albatros frente a la costa de una isla secundaria mientras su esposo, Jaime Subiabre, se pone un traje de neopreno grueso. Luego, prepara una manguera naranja de oxígeno y revisa el manómetro para que Subiabre pueda bucear en busca de erizos, mejillones y pulpos.
“Aquí los hombres dicen que si una mujer se va en un bote, ese bote tendrá mala suerte”, comenta Díaz mientras revisa la holgura de la manguera de oxígeno y recibe las capturas cada vez que Subiabre sale a la superficie. “Créanme”, agrega, “es exactamente lo contrario”.
Díaz ha trabajado junto a Barría en organizaciones regionales y nacionales para empoderar a otras mujeres para que luchen por cosas como obtener reconocimiento formal y pago por su trabajo, además de integrar procesos de permisos para incluir baños para mujeres en los muelles. “Gracias a Dios, las mujeres en realidad están ascendiendo en los sindicatos, y están guiando a otras mujeres, porque ahora estamos luchando por nuestro lugar”, menciona, “y estamos empezando a ver los resultados”.
Uno de sus mensajes más importantes es el de la independencia económica. “Cuando recibes tu propio dinero, tú decides cómo gastarlo”, explica. “A mí, por ejemplo, me encanta leer, pero antes no podía comprar libros porque mi esposo pensaba que era una pérdida de dinero. Ahora compro todos los libros que quiero. Puede sonar insignificante para muchas personas, pero comprar mis propios libros me llena de orgullo”.
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