Promoviendo las tradiciones y fomentando el ecoturismo
En una isla de Chile, Sandra Antipanti celebra la importancia de la naturaleza para las Primeras Naciones
- Fecha: 23 febrero 2024
- Autor: Mark Johanson
Sandra Antipani creció en Chiloé, una isla con forma de maní ubicada al sur de Chile, donde en aquél tiempo las escuelas públicas prohibían la enseñanza de su lengua nativa, el willichedungun, un idioma en grave peligro de extinción que está estrechamente ligado al mapuche o mapudungún, más hablado. Sin embargo, cuatro décadas después, esta célebre maestra y activista por los derechos indígenas no solo ha educado a alumnos en willichedungun sino que también escribió (junto con su hermano Hugo) el primer diccionario del idioma, que se publicó en 2022.
Los hermanos pasaron dos años viajando por Chiloé y sus islas satélites, hablando con los mayores para reunir la mayor cantidad de palabras posible. También visitaron cementerios para realizar un registro antroponómico de los apellidos indígenas huilliches y revelaron los nombres precolombinos de sus cerros, caletas y comunidades.
“Esperamos corregir un error histórico”, comenta Antipani desde su oficina en la escuela José Santos Lincomán, en el pequeño pueblo de Compu. “Poco a poco vamos recuperando las palabras, las canciones, la alegría y la importancia de la naturaleza para las Primeras Naciones”.
La antigua escuela primaria de Compu se quemó hace 10 años. La nueva y colorida escuela reabrió sus puertas en 2023 gracias en parte al trabajo de Antipani, su directora. Ella menciona que su nombre es simbólico y honra a un lonko (jefe) local famoso por su poesía. El lonko José Santos Lincomán también jugó un papel clave en la lucha por las tierras y los ritos lingüísticos indígenas aquí, incluso enseñando a los niños en su lengua nativa aún sabiendo que podría ser detenido durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Maestra, autora, bombero, cantante, líder
Al igual que el difunto lonko, Antipani desempeña muchos papeles en su comunidad. No sólo es profesora y autora; también es bombero local, recolectora de mariscos y cantante en una banda en idioma willichedungun que formó con su hermano y sus dos hijos, quienes tocan instrumentos locales como el tambor kultrun, la flauta pifilca y la trompeta trutruca (muchas de las canciones están ambientadas en la poesía lonko de Lincomán). Antipani también trabaja para compartir su cultura –y su respeto por la naturaleza– a través de un proyecto de etnoturismo cerca de su casa, donde cuenta con tres cabañas con vista al mar interior de Chiloé que ofrece a los visitantes.
“Cuando comencé con la idea del turismo, fue como una manera de enseñar a la comunidad –o de dar el ejemplo– que debemos detener la extracción de madera del bosque”, señala. “Por ahora, la Madre Tierra todavía nos da lo que necesitamos, incluida nuestra medicina, que puedes encontrar a tu alrededor. Pero si no la protegemos, dejará de dar”.
WWF estuvo allí para apoyar a Antipani después de uno de los momentos más traumáticos de su vida. En 2013, Antipani notó que los trabajadores de la granja de salmón en la bahía frente a su casa le disparaban a los pájaros y leones marinos. Cuando fue a documentar esto con su teléfono, también le dispararon. WWF la ayudó a hacer sonar las alarmas sobre esta actividad ilegal mientras trabajábamos con ella para desarrollar su proyecto turístico. Hoy, ese proyecto turístico incluye viajes en kayak hasta esas mismas granjas de salmón para ver a los leones marinos que ella ayudó a proteger.
Un camino a seguir a través del ecoturismo
Un alboroto de cotorras choroy grazna en el cielo por la mañana mientras Antipani emprende su camino a lo largo de un sendero de 3 millas (4.8 km) hacia la templada selva valdiviana que rodea su propiedad. Ella misma construyó este camino y lo salpicó con carteles que indican árboles nativos como el coihue, una haya local, y el tepú, un arrayán.
Antipani continúa a través del bosque arcilloso, pasando por hileras de flores de copihue en forma de campana, hasta un claro en la cima de una colina. Aquí, señala los humedales pomponales, donde el musgo sphagnum, parecido a una esponja, una fuente vital de retención de agua, se ha visto amenazado por la industria de plantas en macetas, que lo utiliza para humedecer el suelo. Luego, avanza hacia una laguna en la cima de una colina, donde le implora a sus compañeros excursionistas que toquen las plantas, conozcan sus texturas y sientan la energía viva del bosque. “Hay que respetarlo y protegerlo para regalarlo a las nuevas generaciones”, explica.
Antipani considera que este tipo de turismo es clave para garantizar la conservación de la isla a largo plazo. También es una forma tangible para ella de compartir la sabiduría (y las palabras) de su comunidad con personas externas que tal vez no estén familiarizadas en absoluto. “Lo que estamos haciendo hoy en día podría traducirse en sostenibilidad”, comenta. “Pero para nosotros no es nada nuevo; siempre ha sido parte de nuestra cosmovisión”.
- Temas relacionados: