Rompiendo mitos sobre el desperdicio de alimentos
- Autor: Daniel Vernick

¿Sabías que el 40% de todos los alimentos producidos se pierde o desperdicia en todo el mundo? Con tan sólo los alimentos que se pierden en las granjas se podría alimentar, casi cuatro veces, a la población que no tiene acceso a los alimentos.
Reducir el desperdicio de alimentos es un gran desafío, pero también una oportunidad. Contamos con soluciones comprobadas que pueden ayudar a abordar la crisis del desperdicio de alimentos. Sin embargo, existe una serie de mitos que impiden adoptar las soluciones de forma efectiva.
Aquí seis mitos sobre el desperdicio de alimentos y por qué no son ciertos.
Mito 1: Los programas para reducir el desperdicio de alimentos son demasiado costosos de implementar

Cartones de leche desechados. Los dispensadores de leche a granel pueden ayudar a evitar este desperdicio.
Puede haber costos iniciales al establecer programas para reducir el desperdicio de alimentos, como la compra de contenedores para abono o materiales educativos. Pero a largo plazo, estos programas pueden generar importantes ahorros. Estos ahorros se obtienen a través de menores costos de eliminación y menores costos de compra de alimentos al fomentar un uso más eficiente de los recursos.
Tomemos como ejemplo Olympia, Washington. Cada año escolar desde 2017, el Distrito Escolar de Olympia eliminó 400,000 cartones de leche de su flujo de desechos tras instalar dispensadores de leche a granel en 10 escuelas. Olympia High School logró ahorrar $1,970 en tarifas de recolección de desechos cada año.
De manera similar, un grupo de estudiantes y líderes escolares en el condado de Montgomery, Maryland, han desarrollado una estrategia de bajo costo para rescatar los restos de comida y los alimentos no consumidos durante la hora del almuerzo. Al comprar mini refrigeradores Energy Star y carritos en 82 de sus escuelas (que cuestan aproximadamente $550 por escuela), han podido evitar que casi 400 toneladas de refrigerios, frutas, leche y otros alimentos sin abrir terminen en los vertederos; en cambio, se los dan a niños y a bancos de alimentos locales. Al rastrear qué artículos sobran con mayor frecuencia, pueden ajustar qué alimentos y cómo servirlos para evitar su desperdicio. Para ahorrar toda esta comida y garantizar que menos niños pasen hambre, han calculado que les cuesta sólo $90 por escuela cada año, ¡además de los ahorros que tendrán en sus facturas de recolección de basura!
Mito 2: Reducir el desperdicio de alimentos es demasiado complicado para ser gestionado por las escuelas y las comunidades
Los programas para reducir el desperdicio de alimentos pueden ser simples y escalables, además de adaptarse a las necesidades y capacidades específicas de cada escuela o comunidad. Como iniciar un programa de compostaje, educar sobre el impacto del desperdicio de alimentos y fomentar el uso de los residuos de alimentos pueden ser fáciles de implementar siempre que haya una planificación adecuada y la participación de la comunidad.
Desde que WWF lanzó su programa Food Waste Warriors, 600 escuelas de todo el país han podido implementar al menos un programa para reducir el desperdicio de alimentos, incluidas muchas escuelas del Título I (que reciben fondos federales para garantizar que los estudiantes de bajos ingresos reciban comidas escolares gratuitas o a menor precio).
Mito 3: Los programas para reducir el desperdicio de alimentos no tienen un impacto real
Incluso los pequeños esfuerzos para reducir el desperdicio de alimentos pueden tener un importante y positivo impacto en el medio ambiente y la salud de la comunidad. Reducir el desperdicio de alimentos disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero de los vertederos, conserva los recursos utilizados en la producción de alimentos y puede mejorar la seguridad alimentaria al redirigir el exceso de alimentos a quienes los necesitan.
Según un estudio de WWF, el desperdicio de alimentos a nivel nacional en las escuelas (sin incluir la leche) podría ascender a 530,000 toneladas por año.¹ En promedio, las escuelas primarias que participaron en el programa piloto de WWF redujeron su desperdicio de alimentos en más del 10%. A nivel nacional, un promedio del 76% del desperdicio de alimentos va a parar a los vertederos, lo que podría traducirse en 402,800 toneladas de desperdicio de alimentos de las escuelas por año. En términos de emisiones de gases de efecto invernadero, el impacto combinado de enviar los desechos de alimentos de las escuelas a los vertederos es como agregar alrededor de 46,100 vehículos adicionales a las carreteras durante un año.
Mito 4: El desperdicio de alimentos en las escuelas no es un problema importante
En todo el mundo, los seres humanos desperdiciamos el 40% de todos los alimentos que se producen. Con tan solo los alimentos que se pierden en las granjas se podría alimentar, casi cuatro veces, a la población desnutrida del mundo. Los alimentos desperdiciados representan aproximadamente el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (casi cuatro veces más que las emisiones de la industria aérea mundial) y son una de las principales causas de la pérdida de bosques, pastizales y otros hábitats vitales para la vida silvestre, al mismo tiempo que agotan nuestro suministro de agua dulce. Si bien las escuelas representan solo una parte de este desperdicio total de alimentos, son un punto de contacto fundamental para que los estudiantes aprendan sobre este problema y cómo convertirse en héroes de la lucha contra el desperdicio de alimentos en sus comunidades.
Mito 5: Los programas para reducir el desperdicio de alimentos solo tienen impacto en grandes instituciones y empresas
Las escuelas de todos los tamaños y tipos pueden implementar programas útiles para reducir el desperdicio de alimentos. Una forma de hacerlo es permitir que los estudiantes rechacen algunos de sus alimentos, permitiéndoles elegir y reducir el desperdicio. Otra forma de hacerlo es reemplazar los envases de leche por dispensadores de leche a granel. WWF desarrolló una calculadora de ahorro de costos para que las escuelas puedan verificar cuánto ahorrarían con este tipo de iniciativas.
Mito 6: Donar alimentos sobrantes es ilegal
En muchos casos, a las escuelas se les permite donar alimentos sobrantes. Muchas escuelas con las que WWF ha trabajado, primero establecieron programas simples de mesas compartidas para redistribuir los alimentos sin abrir a los niños que aún pueden tener hambre después el almuerzo. Según la Ley del Buen Samaritano de Bill Emerson, las autoridades de alimentación escolar pueden donar los restos a una organización sin fines de lucro para que los distribuya entre las personas necesitadas.
Mito 7: El compostaje es la mejor solución para el desperdicio de alimentos
El compostaje es útil, pero hay soluciones aún más útiles que puedes probar primero. Comienza por evitar desperdiciar alimentos comprando solo lo que necesitas. En segundo lugar, asegúrate de que los restos de comida que no se hayan consumido lleguen a las personas y se redistribuyan a través de una mesa para compartir (un lugar donde los estudiantes pueden dejar los alimentos y bebidas sin abrir y sin consumir de su comida) o se donen a las personas necesitadas a través de un banco de alimentos local. En tercer lugar, alimenta a los animales en una granja local, como lo han hecho algunas escuelas asociadas a WWF con sus propios gallineros escolares. En cuarto lugar, puedes hacer composta. Poner los restos de comida en un contenedor de composta creará un suelo rico en nutrientes para los agricultores o un programa de huerto escolar, lo que permitirá que los nutrientes se reciclen en la naturaleza. El compostaje es absolutamente mejor que tirar comida a la basura, pero estas otras soluciones son aún más beneficiosas para el planeta.²
Referencias:
[1] WWF Food Waste Warrior Deep Dive Report 2019
[2] https://www.epa.gov/sustainable-management-food/wasted-food-scale
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