Tapajós, Brasil

En sus propias palabras, comunidades ribereñas y emprendedores de la bioeconomía comparten su compromiso de proteger su hogar en la amazonia

Small illustrated map of Brazil

Fotografía: Tatiana Cardeal | Ilustración: Nik Neves

Joelma Lopes gira el grifo del contenedor de plástico blanco y observa cómo sale el líquido dorado y vidrioso. Antes de que la miel toque el fondo de la cubeta, pasa por un fino cernidor metálico que atrapa los restos de panal.

Cae la tarde y el sol brilla sobre la casa de Lopes, cerca del río Tapajós, en lo profundo de la Amazonía brasileña. De pie bajo un alero de madera, prepara la siguiente tanda de miel de sus abejas nativas canudo, las cuales no tienen aguijón. Una vez llenos las cubetas, cierra las tapas y las guarda hasta que su representante local de la Cooperativa de Trabajadores Agroextractivos del Oeste de Pará (ACOSPER) remonta el río Arapiuns en barco hasta Carão, el pueblo donde vive, los pesa y los etiqueta con su nombre antes de llevarlos río abajo a la ciudad de Santarém.

Allí, la miel de Lopes permanecerá varios meses más en EcoCentro, una planta de procesamiento, almacenamiento y comercialización de productos de "sociobiodiversidad" o "bioeconomía": productos generadores de ingresos que incorporan factores sociales y naturales de forma sostenible. Posteriormente, la miel fermentará y se someterá a un proceso de control de calidad antes de poder envasarse y venderse en supermercados locales.

“Mi trabajo aquí no es solo para mí, mis hijos o mis nietos. Es para toda la humanidad. Me mantengo aquí para poder ayudar a que este bosque se mantenga en pie para todos nosotros”

JOELMA LOPES
Productora de miel, empresaria forestal

Y esto es solo una pequeña parte de un panorama mucho más amplio. La miel es uno de los 13 productos que, según un estudio reciente, podrían representar el 2.8% del PIB regional y dar empleo a casi 950,000 personas.

Actividades como estas, de desarrollo económico sostenible y lideradas por la comunidad (a veces denominadas como parte de una "sociobioeconomía"), son un camino prometedor para la Amazonía. Con el apoyo adecuado, las comunidades tradicionales que viven cerca del río Tapajós pueden generar ingresos diversificados que les permitan prosperar. Y esos ingresos no solo les brindan a los ancianos los medios para continuar su trabajo, sino también transmitirlo a las futuras generaciones, creando oportunidades para que sigan protegiendo la selva tropical frente a las innumerables amenazas que la invaden.

"La primera vez que vi los frascos de miel con mi nombre en las etiquetas e información sobre su origen, me sentí muy feliz", comenta sonriendo Lopes. "Porque mi trabajo aquí no es solo para mí, mis hijos o mis nietos. Es para toda la humanidad. Me mantengo aquí para ayudar a mantener este bosque en pie para todos nosotros".

 

La cuenca del río Tapajós se extiende por más de 120 millones de acres (48.6 millones de hectáreas) en los estados de Mato Grosso, Pará, Amazonas y una pequeña parte de Rondônia, al norte de Brasil. En los últimos 20 años, la región ha perdido más del 20% de su cobertura forestal —unas 42,000 millas cuadradas (109,780 km2), aproximadamente el tamaño de Tennessee o Virginia— debido a la producción de productos básicos como la soya y el ganado.

El acaparamiento de tierras, junto con la tala, la minería y la pesca ilegales, se ha intensificado en los últimos años, lo que ha provocado la invasión de tierras protegidas, conflictos con las comunidades tradicionales e intentos de persuadir a los residentes locales para que participen en actividades perjudiciales.

Las artesanías elaboradas con caucho local, semillas, aceites y fibras vegetales atraen a los visitantes a la tienda de Jamaraquá.

“Algunas personas terminan participando en estas actividades depredadoras, y a veces ilegales, debido a la falta de alternativas económicas sostenibles”, afirma Leo Ferreira, especialista en conservación de WWF-Brasil y experto en la región del Tapajós. “Es una presión constante que sigue creciendo”.

Para preservar la selva, el gobierno brasileño, WWF, FUNBIO y otros socios de conservación crearon el programa de Áreas Protegidas de la Región Amazónica (ARPA), que hasta la fecha se considera la mayor iniciativa de protección de bosques tropicales del mundo.

El programa, lanzado en 2002 para apoyar la consolidación de más de 150 millones de acres (60 millones de hectáreas) de áreas protegidas en la Amazonía, incluida la cuenca del río Tapajós, actualmente abarca 120 áreas de conservación, incluyendo aquellas bajo protección plena, como reservas biológicas y parques nacionales, y aquellas designadas para el uso comunitario sostenible. En 2014, el gobierno de Brasil, WWF y sus socios lanzaron ARPA for Life, una iniciativa de Proyectos Financieros para la Permanencia que fortaleció la sostenibilidad financiera de ARPA a través de un fondo de transición de 25 años y 215 millones de dólares.

A woman weaving while sitting on a step outside a house

Rosangela Castro Tapajós, del grupo de artesanías de la aldea Urucureá, muestra las técnicas tradicionales de tejido que aprendió de su madre y que disfruta transmitir a las nuevas generaciones.

En total, se informa que ARPA protegió más de 652,000 acres (263,855 hectáreas) de tierra entre 2008 y 2020, evitando el equivalente a 104 millones de toneladas de emisiones nocivas de CO2. De hecho, los niveles de deforestación fueron solo el 39% de lo que habrían sido sin el apoyo de ARPA. Ahora, el programa se prepara para expandirse, esta vez con un enfoque aún más fuerte en el poder y las prioridades de personas como Lopes.

Comunidades ARPA aprovechará el éxito de ARPA al estructurar y fortalecer la sociobioeconomía en las áreas de conservación de uso sostenible del programa original, conservando el bosque y ofreciendo alternativas económicas sostenibles, derechos fortalecidos y un mejor acceso a los servicios públicos para las personas que viven y trabajan allí.

A largo plazo, Comunidades ARPA está diseñado para salvaguardar los derechos de los residentes de los bosques y promover la generación de ingresos mediante el uso sostenible de la biodiversidad y la reducción de las actividades ilegales destructivas, la degradación y la deforestación.

 

A lo largo de su serpenteante recorrido de más de 1,000 millas (1,600 km), el río Tapajós ofrece un gran potencial para diversas actividades de bioeconomía, incluyendo el turismo comunitario. Por medio de pintorescos paseos en barco, los turistas pueden explorar diversas comunidades ribereñas como Jamaraquá y Vista Alegre do Capixauã, donde los visitantes pueden aprender sobre la cultura local a través de actividades como la pintura corporal tradicional y la producción de harina de mandioca, además de realizar caminatas por el bosque primario con descansos para refrescarse en las tranquilas aguas de escondidas pozas.

La región también alberga numerosos negocios comunitarios centrados en diversos productos forestales y su uso sostenible. Además de la miel, los proyectos agroforestales, que incluyen la plantación de huertos sostenibles para el consumo y la venta, son populares a lo largo de los ríos Tapajós y Arapiuns. La preservación y el cuidado de los árboles nativos también permiten la recolección de frutas, nueces y semillas, como la andiroba, el cumarú y el cupuaçu. Los aceites y mantecas extraídos de andiroba y cupuaçu se utilizan a menudo en maquillaje y productos para el cuidado de la piel, mientras que el cumarú, también conocido como haba tonka o vainilla del Amazonas, tiene una gran demanda internacional para la producción de perfumes. En conjunto, estos productos contribuyen a que los viveros nativos sean una prometedora actividad de bioeconomía generadora de ingresos para las comunidades tradicionales de Tapajós.

En la cercana Urucureá, un grupo de 42 artesanos creó un colectivo llamado Tucumarte. Liderados por Rosangela Castro Tapajós y Sara Esdrea dos Santos Cardoso, los miembros de Tucumarte recolectan hojas de las palmeras de tucumã de su aldea —algunas que han estado allí desde tiempos inmemoriales, otras que han plantado— que empiezan a rebrotar en tres meses y estarán listas para ser recolectadas de nuevo en seis. Después de retirar con sus cuchillos las espinas que las adornan y dejarlas secar durante tres días, cada artesano se lleva un lote de paja a casa y comienza a tejer.

People cutting leaves from a plant

En la aldea de Urucreá, las hojas de tucumã se arreglan antes de teñirlas.

Algunos de los productos más comunes de Tucumarte son las cestas, agarraderas, bolsos y pulseras, todos elaborados con una técnica que a menudo se transmite de generación en generación. Castro Tapajós recuerda haber aprendido de su madre y desde entonces ha enseñado a sus hijos e hijas; incluso enseña a los nuevos miembros del grupo que no tuvieron la oportunidad de aprender de sus padres.

“Es una fuente de ingresos y también un hermoso trabajo artesanal”, señala Castro Tapajós. “Por eso nos aseguramos de enseñárselo a nuestros hijos, nietos y a las próximas generaciones. Es algo que nunca debería acabar”.

Si bien parte de la paja se utiliza en su estado natural de color amarillo pálido, gran parte se sumerge en ollas de agua hirviendo para teñirla, cada una con una planta local diferente —el jenipapo y la cúrcuma son algunas de las más populares— que libera su pigmento natural, tiñendo el tucumã de colores que van desde el negro y el morado oscuro hasta el naranja brillante, el rojo intenso y el verde musgo.

Tucumarte tiene su propia tienda en el corazón de su comunidad, donde vende las creaciones de sus artesanos a los turistas. El grupo también recibe pedidos especiales y envía muchos de sus productos a Turiarte, la Cooperativa de Turismo Forestal y Artesanía, para que pueda exhibirlos en mercados al aire libre de todo el país.

WWF-Brasil y organizaciones socias como el Proyecto Salud y Alegría (PSA) apoyan activamente los esfuerzos de Urucureá, ayudándoles a adquirir equipo, ofreciendo capacitación y mentoría para mejorar los procesos administrativos y brindando acceso a mecanismos financieros y nuevos mercados.

Con Comunidades ARPA, este apoyo irá aún más allá, ayudando a las comunidades con aspectos como la evaluación de la viabilidad y el potencial de escala de sus negocios sostenibles, conectándolas con posibles inversionistas y cumpliendo con los requisitos de certificación sobre el origen y el procesamiento de los productos naturales que crean.

 

Fue en 2018 cuando Lopes decidió trabajar con abejas. Se enteró de que PSA estaba implementando un programa de capacitación para quienes estuvieran interesados en producir miel. De pequeña, sus tíos solían ir al mismo bosque donde ahora vive para recolectar miel de abejas silvestres y traerla para que la familia la disfrutara. Curiosa por saber cómo ese dulce y pegajoso manjar podría ayudar a su familia, decidió asistir.

“Nuestros mayores merecen tomar un descanso. Es nuestro deber tomar el control y asegurarnos de que el bosque que tanto nos ha dado siga en pie, no solo para nuestras familias que viven aquí, sino para todos los que se benefician de lo que nos proporciona”

MARYHELLENNA DE OLIVEIRA MATOS
Líder comunitaria, São Francisco

“Fue esa primera sesión de capacitación la que me ayudó a comprender el valor y la importancia de las abejas”, menciona. “Empecé a amar el trabajo y quería hacer más”.

Desde entonces, Lopes ha expandido su negocio significativamente a pesar de contratiempos como la grave sequía que sufrió la región del bajo Tapajós en 2023. En los últimos años, su método se ha vuelto mucho más sólido gracias al nuevo equipo que le proporcionó PSA, incluyendo las cubetas, cernidores y contenedores de tamaño estándar que utiliza ahora. Y como las ventas se realizan a granel (en 2023, recibió R$38,50 (US$6,83) por kilo de miel), reducir las pérdidas es crucial para mantener a su familia a flote.

Lopes espera que la miel siga teniendo el mismo efecto durante generaciones. Ya ha regalado algunas de sus cajas de abejas a sus hijos adultos, con la esperanza de que permanezcan en el bajo Tapajós. Esto significaría que más personas protegerían el bosque de las crecientes amenazas, dice, simplemente estando presentes en el lugar y mostrando cómo se puede utilizar de forma sostenible.

 

Lopes no es la única persona que piensa en el futuro económico de las familias del bajo Tapajós y en el bienestar del bosque donde viven. Este tema preocupa a muchos líderes comunitarios locales, indígenas y tradicionales de la zona, especialmente porque muchos jóvenes que crecieron en la región se han mudado en los últimos años a la cercana ciudad de Santarém o incluso a ciudades más lejanas, como Manaos, en busca de oportunidades educativas y laborales que no tenían en casa. Sin jóvenes que continúen el trabajo de las generaciones anteriores, saben que este llegará a su fin, dejando el bosque vulnerable a una destrucción aún mayor.

“Si no hay jóvenes aquí, no habrá nadie que cuide lo que tenemos”, dice Maryhellenna de Oliveira Matos, una de las líderes comunitarias que trabajan para mostrar a los jóvenes que pueden tener un futuro fructífero en el bosque. Nuestros mayores… merecen descansar; no podemos permitir que se desperdicie todo su esfuerzo. Es nuestro deber tomar el relevo y asegurarnos de que el bosque que tanto nos ha dado siga en pie, no solo para las familias que viven aquí, sino para todos los que se benefician de lo que nos proporciona.

En la orilla del río, en Porto do Veado, un barco espera a los viajeros que regresan de una visita de turismo cultural a la aldea de Carão.

De Oliveira Matos reside en São Francisco, una comunidad de 26 familias ubicada a orillas del río Arapiuns, donde creció. Vio a sus padres trabajar para proteger el bosque y apoyar a sus habitantes durante toda su vida. En São Francisco, los productores trabajan como parte de un colectivo, no solo recibiendo su propio salario, sino también invirtiendo en su negocio y aportando dinero a la comunidad en su conjunto. También conocen la importancia de diversificar sus ingresos —si las condiciones ambientales no son favorables, pueden pasar una temporada entera sin recolectar miel—, por lo que trabajan en otras actividades de bioeconomía para cubrir las carencias.

Además de la miel y la harina de mandioca, también han iniciado un proyecto de agroforestería comunitaria con árboles autóctonos de la región, como el açaí, la andiroba y el cupuaçu. Aún está en sus etapas iniciales (la primera ronda de plantones se plantó en 2024) y no esperan poder cosechar hasta dentro de cuatro o cinco años, pero saben que el trabajo que realizan ahora les beneficiará en el futuro.

Al igual que su miel, las frutas, semillas y frutos secos que recolectan se enviarán a EcoCentro, donde se procesarán, envasarán y prepararán para la venta, ya sea como productos forestales o para su uso en productos como exfoliantes corporales y perfumes.

Es ese último paso —llegar a nuevos compradores lejos de donde pasan sus días— que durante demasiado tiempo pareció inalcanzable para Lopes y otros productores de productos forestales. Con el respaldo de un sistema de apoyo más amplio que pronto incluirá a las Comunidades ARPA y otras entidades, se están uniendo —entre familias, aldeas, afluentes, colectivos y cooperativas— para ofrecer productos forestales que les aseguren un futuro sostenible y confiable.

Comunidades ARPA es parte de Enduring Earth, una ambiciosa iniciativa que trabaja con administradores ambientales para conservar de forma duradera la tierra y el agua, amplificar la ambición, movilizar recursos e implementar financiamiento sostenible para abordar la pérdida de biodiversidad, combatir el cambio climático y mejorar la prosperidad de la comunidad.

SOLUCIONES BASADAS EN LA NATURALEZA

Los recursos naturales de la selva amazónica le otorgan un valor potencial de 7 billones de dólares. Sesenta y cuatro productos compatibles con la conservación forestal generaron ingresos anuales de 298 millones de dólares entre 2017 y 2019. Si se priorizan las prácticas agrícolas bajas en carbono y el fortalecimiento de la bioeconomía, se podrían añadir 6,400 millones de dólares adicionales al PIB anual de la Amazonía brasileña, además de crear 312,000 nuevos empleos.

Actividades de bioeconomía como estas son ejemplos de soluciones basadas en la naturaleza: sistemas o procesos naturales que contribuyen al logro de objetivos sociales. Las investigaciones demuestran que las soluciones basadas en la naturaleza en el sector agrario en general podrían contribuir hasta en un 30% a la mitigación climática necesaria para 2050 para cumplir el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global.

En esencia, el propio bosque, utilizado con criterio, podría proporcionar formas nuevas e innovadoras de asegurar su propio futuro.

Acai

AÇAÍ

Mucho antes de llegar a los platillos estadounidenses, el açaí era un alimento básico para los habitantes de la Amazonía. Este fruto de color morado oscuro está repleto de antioxidantes, fibra y grasas saludables y no solo es un superalimento favorito sino también un ingrediente popular en cosméticos gracias a su aroma terroso y sus propiedades antiinflamatorias.

Acerola

ACEROLA

También conocida como cereza guaraní o de Barbados, la acerola se introdujo en Brasil en la década de 1950; el país es ahora el mayor productor, consumidor y exportador de acerola del mundo. Rico en vitamina C, este fruto rojo es conocido por ayudar a mantener la salud del tracto digestivo. También se cree que favorece la salud del cabello y la piel, lo que lo convierte en un componente clave en cremas y champús.

Anderoba

ANDIROBA

La nuez del árbol de andiroba produce un aceite con numerosas propiedades beneficiosas, lo que ha llevado a varios pueblos indígenas a utilizarlo para tratar heridas y aliviar la piel irritada. Es rico en Omega-9, tiene un aroma amaderado y se utiliza a menudo en productos para el cuidado de la piel para calmar y relajar.

Cumaru

CUMARÚ

También conocido como haba tonka, las semillas del árbol de cumarú son extremadamente fragantes, convirtiéndolo en un codiciado ingrediente por perfumistas de todo el mundo. También es un popular sustituto de la vainilla, que aporta a los productos horneados un sabor más cálido, con toques de canela y especias.

Cupuacu

CUPUAÇU

El cupuaçu es una fruta tropical pariente cercano del cacao y naturalmente dulce que a menudo se combina con el chocolate o se utiliza como su sustituto. También se procesa en mantequilla o polvo, que luego se utiliza en diversos productos para la piel y el cabello.

Jenipapo

JENIPAPO

El jenipapo es utilizado frecuentemente por los pueblos indígenas como tinte negro o pintura y significa "fruta utilizada para pintar". Es rico en hierro, calcio y vitaminas B1, B2, B5 y C, y su pulpa amarilla también se utiliza para elaborar mermeladas, dulces, jarabes, refrescos y licores.