Dechen Dorji de WWF nos inspira a mantener el espíritu del Año del Tigre cerca de nuestros corazones

Durante mi infancia en Bután, con frecuencia escuchaba muchos de los mitos y leyendas de una feroz y poderosa criatura que acechaba en los bosques de mi país natal: el tigre. Su pelaje anaranjado y negro contrastaba con los verdes tonos de su entorno. Me cautivaban las historias que mis mayores y mis maestros me contaban sobre la elegante ferocidad y la imponente presencia de este animal escurridizo y lo raro que era ver uno, lo que lo convertía en leyenda.

Mi gran admiración por el tigre, o Taag, como se le llama en Dzongkha, mi idioma nativo, comenzó mucho antes de saber que me dedicaría a la conservación de la vida silvestre. Los tigres son parte de mi cultura. Se dice que Padmasambhava, un legendario maestro budista al que a menudo se le conoce como "El segundo Buda", voló a lomos de una tigresa para meditar en las cimas de los acantilados de Bután, en un área donde ahora se encuentra el monasterio Paro Taktsang, o "Nido del Tigre". Aún recuerdo a ese niño, con los ojos muy abiertos, completamente cautivado y fascinado por la grandeza de estas criaturas. Siempre llevé conmigo esa inspiración hasta el momento que descubrí mi pasión por la conservación, cuando pude convertirme en la voz activa de los animales de los que leía en las historias de mi infancia.

A sewn portrait of the four creatures honored in Bhutan

El año pasado, el mundo celebró oficialmente el Año del Tigre en el calendario lunar, un año que tuvo importancia para muchas personas en todo el mundo, particularmente en el este de Asia ya que los tigres encarnan los valores del coraje, el respeto y la resiliencia. Sabía que el Año del Tigre traía un mensaje de esperanza y triunfo sobre los obstáculos y nos recordaba la conexión esencial que tenemos con la naturaleza. Como conservacionista, visualicé ese año como un momento de celebración y compromisos renovados para la protección y recuperación de los tigres en la naturaleza. Durante muchos años, los tigres se han enfrentado a amenazas sin precedentes pero los esfuerzos de conservación de la última década han demostrado que es posible recuperar a los tigres que están al borde de la extinción cuando trascendemos las fronteras y trabajamos juntos. He sido testigo de cómo la reverencia cultural y el amor de Bután por la vida silvestre y la naturaleza han dado forma a los esfuerzos de conservación del país. Bután ha designado el 52% del área total del país como tierras protegidas, todo un hábitat que privilegia a los tigres y a sus presas.

En mi cultura, los tigres no se consideran especímenes biológicos, sino entidades y símbolos espirituales. El tigre es una de las cuatro criaturas favorables (Taag, Seng, Chung, Druk) y la única que en realidad existe. Los otros tres son seres míticos: el garuda, el león de las nieves y el dragón. Se cree que estas cuatro criaturas sagradas representan cualidades y actitudes que los Bodhisattvas, budistas en el camino hacia la iluminación, cultivan en su camino.

Los tigres se han entrelazado en las historias, la religión y las formas de subsistencia durante siglos. Y están íntimamente conectados con toda la vida que conforma la naturaleza. Los tigres son fundamentales para mantener saludables a los bosques, ríos y arroyos de los que todos dependemos. Y continúan siendo nuestros maestros y guías espirituales, mostrándonos cuán conectados estamos entre nosotros y con el entorno que nos rodea. Esa conexión esencial con la naturaleza, a través de nuestra historia, cultura y experiencias puede ser muy poderosa e inspirarnos a tomar medidas e informar las decisiones de conservación que tomamos. En Bután, la cultura siempre ha sido una parte integral del trabajo de conservación del país y de nuestra filosofía de desarrollo de felicidad nacional neta o, en pocas palabras, nuestro desarrollo con valores.

Ahora más que nunca, los tigres necesitan nuestra ayuda. Y así, a pesar de que hemos dejado atrás el Año del Tigre, mi deseo a futuro es que aprovechemos las cualidades simbólicas y las enseñanzas del tigre y nos aferremos a ese espíritu de tenacidad, asociación y perseverancia para proteger y retribuir a la naturaleza y lo que generosamente nos ofrece, utilizando lo que este animal nos ha enseñado y cómo nos ha inspirado.

A pesar de mis muchos años de trabajo en conservación, aún tengo la esperanza de contar con la suficiente suerte de ver un tigre en la naturaleza en su máximo esplendor. El niño que vive en mí sigue soñando que pronto así será. Pero para que eso suceda, pido que todos nos comprometamos a que cada año que venga lo hagamos mejor, para los tigres y para la visión que representan, asegurándonos de que prosperen y permanezcan para siempre silvestres y no solo como pinturas o estatuas adornando la pared de un templo, al lado de los otros tres animales míticos.

Rescatando a un tigre silvestre que se desvió hacia Bután, la ciudad capital.