En la Amazonía colombiana, una exploradora forestal clasifica los recursos de una comunidad

Cuando Marisela Silva Parra decidió comenzar a explorar los bosques cerca de su casa en Calamar, Colombia, en el extremo norte de la Amazonía colombiana, su esposo no estaba del todo convencido. "Amor, tú sabes lo que tienes en casa", le decía, pidiéndole que se quedara.

Silva tiene 41 años de edad y es la única mujer que pertenece a un grupo de agricultores locales y líderes comunitarios apoyados por WWF que ayudan a su comunidad a valorar los recursos naturales con los que cuentan. El grupo se llama “Los Exploradores”.

Los Exploradores trabajan en parejas y en equipos de tres, y obtienen permisos para documentar las áreas forestales, la flora, la fauna y las fuentes de agua en las granjas locales. "Algunas personas no se dan cuenta del valor de los recursos que tienen", comenta Silva.

Al igual que su esposo, a las otras mujeres de su comunidad inicialmente no les agradó que pasara tiempo con un grupo de hombres y lejos de su familia. "Muchas mujeres dijeron que no debería hacerlo, que porque tengo que ir a reuniones y hacer cosas. Que perdería a mi esposo y perdería a mis hijos", menciona.

Pero Silva no se desanimó. "Hay una correlación entre tener la intención y tener la capacidad de hacerlo", agrega ella.

Incluso desde que estaba en el colegio, dice que ella sabía bien lo que quería: "Siempre dije lo que pensaba y lo que me gustaba y no me gustaba o no quería".

Hoy, esa seguridad sirve de apoyo para Los Exploradores. Como secretaria del grupo, Silva a menudo se hace cargo. "Les digo, ‘bueno, muchachos, prepárense todos, asegúrense de traer sus lápices’. Recibo sus planes de trabajo del día y los señalo, me aseguro de que hayan documentado todo bien, el nombre, el lugar donde estamos... toda la cosa. ¡Por eso dicen que soy como la mamá de los pollitos!”.

Las granjas que el grupo explora se encuentran en el perímetro del Parque Nacional Chiribiquete, hogar de especies emblemáticas como el tapir, la nutria gigante, el mono lanudo y el jaguar. Además, el parque es el área de bosque tropical protegido más grande del mundo.

Hasta el 2016, cuando finalizó un prolongado conflicto armado interno, la región sirvió como sede del grupo rebelde más grande del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Ahora, por primera vez en décadas y gracias a que se ha restablecido la paz, surgen las oportunidades para realizar trabajos de conservación en la zona. Pero el área también se ha quedado expuesto a amenazas, especialmente al acaparamiento de tierras por intereses externos, donde el bosque es talado para dar paso a la cría de ganado o actividades mineras ilegales.

“Día tras día, la deforestación nos está alcanzando. Debido a esto, sabemos que debemos poner fin a la deforestación y, a partir de ahora, preservar lo que tenemos y reforestar las partes que fueron taladas ”, señala Silva.

“... uno se pone muy feliz de ver en el bosque estos árboles que son tan beneficiosos”

Marisela Silva Parra
Exploradora forestal

Mediante el registro de los recursos naturales del área de manera sistemática, los exploradores como Silva están desarrollando las habilidades y la información que ayudarán a proteger y restaurar sus bosques y ayudar a coordinar los esfuerzos locales con los de otras organizaciones que trabajan en toda la Amazonía, explica Carlos Mauricio Herrera, especialista de WWF-Colombia en planificación de áreas protegidas.

Los retos de trabajar en el área son muchos pero "lo más difícil de ser un Explorador es la impotencia", agrega Silva, "no ser capaces de hacer que las personas se den cuenta de que la realidad es mala, que nos estamos perjudicando no solo a nosotros mismos como individuos, sino a todos los demás. Es difícil hacer que la gente entienda eso”.

Pero ella cree que sí se puede generar un cambio en los demás así como ella logró hacerlo: "Antes, veía el bosque como montón de árboles en un pedazo de tierra, sin importancia... Ahora, al formar parte de Los Exploradores, junto con la capacitación que hemos recibido, uno se pone muy feliz de ver en el bosque estos árboles que son tan beneficiosos".

También ha visto un cambio en su esposo. “Él entiende que es algo que me gusta y que es bueno, y que sería bueno que más personas lo entendieran. Que debemos preocuparnos por todo esto. Por la naturaleza".

Incluso ha convencido a algunas de las otras mujeres en Calamar para que se unan a ella en la actividades comunitarias. "Les digo: querer es poder".