En la Amazonía colombiana, una líder indígena ayuda a mapear el territorio de su pueblo
En un día típico, Chela Umire podría estar preparando al aire libre una comida para su familia, trabajando en uno de los arreglos de plumas tradicionales que diseña y vende en una pequeña tienda en su casa, o cuidando una chagra familiar, una tradicional parcela agrícola de cultivos para la subsistencia dentro del bosque. Umire vive en La Chorrera, un pueblo de aproximadamente 300 personas ubicado en la Reserva Indígena Predio Putumayo, en el corazón de la Amazonía colombiana. La agricultura, la caza y la pesca son los medios de subsistencia ahí.
Pero de vez en cuando, Umire va al bosque por otra razón: para cumplir su papel como miembro del Equipo Técnico de Evaluación de Servicios de Ecosistemas, un grupo de indígenas locales que están mapeando su territorio tradicional y catalogando la riqueza de los recursos que el bosque ofrece.
En alianza con la organización indígena local Azicatch, WWF apoya su trabajo, el cual combina el conocimiento tradicional con la práctica moderna de conservación. El objetivo es fortalecer la toma de decisiones y la gobernanza indígenas para crear un plan de gestión ambiental para el territorio.
"La selva es muy importante para nosotros porque dependemos de ella", menciona Umire. "De ahí obtenemos los animales y nuestra comida está garantizada y así podemos vivir de él y obtener cosas útiles para nuestros hijos".
Para examinar el bosque, Azicatch reunió a cuatro equipos que representan a los pueblos Bora, Muinane, Ocaina y Uitoto de la zona. Cada equipo incluye al menos un anciano o una persona sabia y una mujer. Por su parte, la fundación ambiental colombiana Puerto Rastrojo brinda capacitación técnica.
En los bosques, los equipos catalogan lo que llaman "espacios de uso", esos lugares donde los miembros de la comunidad cultivan o recolectan lo que necesitan, como los chagras o el río.
"Aunque vivimos en la jungla, con tanta riqueza, no siempre la valoramos", comenta Umire, quien representa a la gente de Muinane.
"Las comunidades indígenas son buenas para la conservación", dice Pia Escobar Gutiérrez, oficial de gobernanza en WWF-Colombia. "El hecho de que vivan en su territorio y lo usen de la manera tradicional es lo que ha mantenido estos lugares conservados durante tantos años".
Más del 90% del área de casi 5 millones de acres (2 millones de ha) que rodea a La Chorrera, señala, se mantiene intacto.
Aún así, existen amenazas para el bosque, "a veces por talar demasiado la madera", menciona Umire. "La cortamos y acabamos con ella; entonces nos vamos lejos para obtener más madera para hacer las casas". También hay otras amenazas, comenta Escobar Gutiérrez, como los intereses externos en el territorio, "personas que se mudan, que vienen de afuera y jóvenes que pierden el conocimiento tradicional".
Preservar el conocimiento tradicional es el corazón del proyecto.
"Mi sueño para toda la Amazonía", dice Umire, "es que todos nos beneficiemos de un medio ambiente saludable, que el río siga su curso natural, que se mantengan los bosques y que los conservemos de la misma manera que lo hemos hecho hasta hoy. Que los bosques se conserven y los preservemos así como lo hicieron nuestros abuelos, el conocimiento que nos dieron, la forma en que cuidamos el medio ambiente sin tener que destruirlo".
Se siente orgullosa de que su trabajo en el equipo de Evaluación de Servicios de Ecosistemas promueva esos objetivos.
“Es verdaderamente importante que conozcamos toda el área del territorio de Muinane”, dice ella, “para poder preservarlo y poder decir: Estamos aquí. Esto es lo que tenemos. No lo hemos destruido sino que lo hemos cuidado".
- Temas relacionados: