Frente a la costa patagónica de Chile, las comunidades indígenas y WWF trabajan para proteger un tesoro marino

Man collects shellfish on shore

Patricio Colivoro recolecta mariscos de la rocosa costa de la isla Guafo, Chile, donde su comunidad ha pescado, trabajado, recolectado alimentos y adorado por siglos.

Autor: Mark Johanson; Fotógrafa: Meredith Kohut; Ilustradora: Daniella Ferretti

Patricio Colivoro anda descalzo sobre la arena grisácea de la isla Guafo, un paraíso deshabitado y densamente verde ubicado frente a la costa sur de Chile. Fue enviado a ese lugar por su jefe,o lonko y parece contento de estar cubierto con un poncho de lana mientras amanece el fresco día en la Patagonia. De pronto, miles de pardelas oscuras salen disparadas de la templada selva tropical y se precipitan sobre las metálicas aguas del océano Pacífico.

A medida que la mancha aviar se eleva por encima de su cabeza, Colivoro lanza un sonido de bienvenida a través de un cuerno curvo de buey. Es una tradición entre los Mapuche Huilliche (un grupo indígena del sur de Chile) realizar un gesto de respeto. También es una forma, dice, de pedir permiso para visitar Guafo, tras un viaje en bote de ocho horas desde su casa que se encuentra cerca de la pequeña ciudad costera de Quellón, en la isla de Chiloé.

En las próximas horas, las ballenas jorobadas entran y salen de las aguas frente a la costa de una popular caleta donde se suele pescar. En tierra yacen los restos de una antigua estación ballenera donde alguna vez trabajaron muchos Huilliche. Los pingüinos de Magallanes se divierten en medio de las melódicas olas y una manada de delfines australes nada un poco más lejos. Es una visión de lo que Colivoro está aquí para proteger y de lo que representa la coalición liderada por los Huilliche. Como werken, o portavoz de su comunidad, está claro que está profundamente comprometido a compartir los mensajes que quieren transmitir.

¿Uno de los mensajes? La urgencia de defender la isla Guafo y sus aguas. Bajo una iniciativa llamada Wafo Wapi, 10 comunidades indígenas de Quellón, con el apoyo de 11 sindicatos de pescadores locales, han solicitado al gobierno chileno que administre Guafo como un ECMPO (Espacio Costero Marino para Pueblos Originarios). Este es un enfoque legalmente definido que pone oficialmente la administración de las áreas costeras bajo el manejo indígena basado en el reconocimiento del "uso consuetudinario" o cómo han usado tradicionalmente los recursos del área.

La designación de ECMPO permitiría a las comunidades administrar la extracción sostenible de los recursos y la salud continua de este entorno, aún intacto, que se encuentra a la entrada del golfo Corcovado, uno de los lugares de alimentación más importantes para los cetáceos, especialmente las ballenas azules del Pacífico sureste que están en peligro de extinción. De tener éxito, Wafo Wapi podría ofrecer un ejemplo a seguir para otras comunidades indígenas y proporcionar un nuevo modelo sobre cómo equilibrar las necesidades humanas con la conservación costera en todo el mundo.

La idea de proteger Guafo nació en 2016 luego de que una masiva marea roja cubriera los mares del gran archipiélago de Chiloé. Los pescadores locales culparon de la proliferación de algas a la industria del salmón cultivado y al polémico vertido de miles de toneladas de pescado en descomposición frente a la costa. Guafo también estaba amenazado por la minería y el desarrollo del carbón; en 2020, las tierras del lugar se anunciaron a la venta en el New York Times por $20 millones de dólares.

Trasladando mariscos del barco a la cosa en el pequeño pero bullicioso puerto de Quellón.

Abulones chilenos; Colivoro y otros miembros de la comunidad tienen cuidado de tomar solo lo que necesitan.

La comunidad a la que pertenece Colivoro, Fundo Yaldad Mon Fen, comenzó a organizarse en 2016. Estudiaron la Ley Lafkenche de Chile, una ley única hecha por y para las comunidades indígenas que proporciona el marco para que se conviertan en guardianes legales de las zonas costeras que habitan. Las protestas encabezadas por Cristian Chiguay, el lonko de Colivoro, dieron paso a esfuerzos de organización comunitaria más amplios. Luego de varias reuniones de puertas abiertas, nueve lonkos vecinos se unieron a la iniciativa ECMPO (ver la lista a la derecha) y fue así como nació la alianza Wafo Wapi.

Desde que la Ley Lafkenche entró en vigencia en 2008, solo 18 ECMPO han pasado el riguroso proceso de solicitud de seis pasos del estado, pero si todo sale según lo planeado, Wafo Wapi podría crear uno de los ECMPO más grandes de la historia (870 millas cuadradas, incluidos Guafo y grandes tramos del océano) para finales de 2023.

Map of WAFO WAPI communities

La Alianza Wafo Wapi

La conservación eficaz requiere tanto la participación de la comunidad como un liderazgo comprometido; la iniciativa Wafo Wapi se beneficia de ambos aspectos.

  1. Lonko Ariel Henríquez Antilef, BARRIO COSTERIO HUILDAD
  2. Lonko Sixto Guaquel, COCAUQUE
  3. Lonko Cristian Chiguay, FUNDO YALDAD MON FEN
  4. Lonko Porfirio Chiguay, INKOPULLI DE YALDAD
  5. Lonko Fernando Legue, ISLA CAILIN
  6. Presidenta Jacqueline Gallardo, LAFQUEN MAPU LA BARRA DE CHAIGUAO
  7. Presidenta Karen Chiguay, LAFQUEN MAPU SAN JUAN DE CHADMO
  8. Lonko Sergio Mansilla, PIEDRA BLANCA
  9. Presidente Homero Chiguay, RAYEN MAPU DE PUNTA WHITE ISLA LAITEC
  10. Lonko Ramón Chiguay, FOLIL TRINCAO

Colivoro, por su parte, es optimista. Está convencido de que solo con la administración de la comunidad Huilliche, Guafo puede permanecer tan intacta como hasta hoy. “Las comunidades indígenas que no olvidan sus orígenes, que no olvidan su cosmovisión”, señala, hablando de la cosmovisión espiritual de los Huilliche, “ven la importancia de la naturaleza y su papel en ella. Y sabemos que si la dañamos, solo nos estamos lastimando a nosotros mismos”.

El aire en Guafo flota por encima de olas de sal y umami, es decir, hasta que te topas con la pestilencia de una colonia de lobos marinos, como lo hace Yacqueline Montecinos, de WWF-Chile, mientras monitorea la vida silvestre desde una lancha Zodiac. A pesar del olor, ella sonríe al ver cómo los cachorros de leones marinos saltan entre un montón de rocas desprendidas como niños en un parque infantil.

Montecinos, coordinadora de biodiversidad marina y políticas oceánicas, explica que el interés de WWF-Chile en Guafo se remonta a 2009, cuando la isla fue identificada por primera vez como una prioridad para la conservación marina.

“Mientras desarrollábamos la propuesta para un Área Marina Protegida, o AMP, nuestro proceso de compromiso con las partes interesadas locales, como la comunidad pesquera artesanal, nos hizo conscientes de los intereses paralelos de las comunidades locales”, comenta. “¡Resultó que más personas de las que sabíamos querían proteger este mágico lugar! Y esa experiencia introdujo al equipo de WWF al grupo Wafo Wapi.

“La política de WWF es que, si nos encontramos con una iniciativa de una comunidad indígena, daremos un paso atrás y evaluaremos cómo avanzar con ellos como socios de conservación”, agrega. “Nuestro objetivo es apoyar su liderazgo en conservación y sus iniciativas”.

Para la iniciativa del Guafo “hubo cierto escepticismo inicial por parte de las comunidades”, reconoce Montecinos. “Pero luego de varios meses de diálogo pudieron ver cómo WWF podría ser un socio estratégico con objetivos complementarios”. Así que WWF asumió un papel de asesor ayudando con todo, desde el apoyo científico y técnico hasta las comunicaciones, la promoción y la preparación de la solicitud de ECMPO para su presentación en 2018.

La costa de 4,000 millas de Chile es rica en biodiversidad gracias a la corriente de Humboldt, el sistema de surgencia más grande del mundo. La pesca y la acuicultura sustentan directamente a unas 300,000 personas en este lugar y alimentan a cientos de millones más en todo el mundo (WWF, junto con muchos socios de conservación, está trabajando para hacer que las industrias sean más sostenibles). Aun así, Guafo es único.

Aunque la isla tiene un área total de poco más de 80 millas cuadradas, con 47 millas de costa, Montecinos dice que protegerla podría tener efectos de gran alcance en todo el golfo de Corcovado, así como en los fiordos patagónicos al sur, que enfrentan amenazas de sobrepesca, pesca ilegal, degradación del hábitat y acuicultura industrial.

“Es un lugar bastante estratégico para la conservación mucho más allá del ECMPO de la isla Guafo”, explica. Estas aguas, después de todo, son el hogar de una gran cantidad de cetáceos migratorios, como ballenas azules, jorobadas, francas australes, rorcuales boreales y asesinas, así como la colonia reproductiva más grande de pardelas oscuras del mundo.

Manuel Vidal, capitán del barco pesquero Cobra, tiene las piernas robustas y la sonrisa curtida de un hombre que ha navegado estas aguas durante 40 años. Está de visita en Guafo para extraer luga, una alga correosa que se usa para cosméticos y carragenina, un agente espesante para la industria alimentaria. Haciendo mención de los cambios en el ecosistema, los nativos de Quellón dicen que solían transportar 15,000 toneladas de alga en cuatro días; ahora, un equipo de tres buzos tarda unos 10 días en recolectar la mitad, lo que significa que tienen que pasar más tiempo resguardados en el rudimentario refugio de la embarcación.

“Solía ver que en este lugar abundaban los erizos, algas, abulones, merluzas y anguilas Conger”, dice, mientras monitorea las largas mangueras amarillas que transportan oxígeno a los buzos ubicados a 30 pies de profundidad. “Ese ya no es el caso”.

Vidal y su tripulación son amigos de Colivoro y Elvis Chiguay (quien, aunque no es pariente de lonko Cristian Chiguay, también representó a Fundo Yaldad Mon Fen en el viaje). De hecho, comparten una relación que para algunos resulta sorprendente. Los ECMPO pueden ser un tema delicado en Chile y no todos los grupos pesqueros apoyan el enfoque liderado por indígenas.

El capitán Manuel Vida ayuda a subir una carga de algas a su barco. Dice que el mar ha sido “sobreexplotado” y agrega que las comunidades indígenas y los pescadores artesanales deben trabajar juntos para proteger el recurso compartido.

Todo esto hace que Wafo Wapi y el esfuerzo colaborativo para proteger Guafo y sus aguas sean aún más especiales.

Wafo Wapi cuenta con el apoyo de pescadores artesanales como Vidal, quienes, a cambio, aún tienen acceso a la isla. “El mar ha sido sobreexplotado”, señala Vidal, “así que está claro que hay que protegerlo”.

Calipers measuring a clam

Un inspector mide una almeja en el muelle artesanal de Quellón.

Colivoro dice que espera que los pescadores como Vidal puedan seguir regresando sin temor a que haya cada vez menos recursos. “Tenemos que aprender a encontrar un equilibrio en las actividades económicas, a no tomar y volver a tomar, para dejar un poco para la próxima vuelta”, dice.

Después de visitar a la tripulación del Cobra, Colivoro y Elvis se dirigen a tierra. Es marea baja y la idea es peinar las praderas de algas costeras para reunir suministros para la cena de regreso en el barco.

Los hombres trepan en busca de locos (abulones chilenos) y lapas, sacando los caracoles de mar de las rocas expuestas con palos tallados. Arrojan solo los más grandes en sus canastas tejidas a mano, comenta Colivoro, "para que haya más para otras personas".

Más arriba hay un primitivo bosque de imponentes coigües, frondosos arrayanes y árboles de olivillo, todos doblados hacia los lados debido a la incesante la brisa. Al menos 81 especies de aves marinas, incluyendo los petreles gigantes y tres tipos de cormoranes, habitan aquí, al igual que las decenas de pardelas oscuras que ahora llegan después de un largo día en el mar.

Pocos eventos representan la generosidad y la conexión de una comunidad con el mar más que la reunión ceremonial y la fiesta llamada curanto.

Abundantes colonias de leones marinos prosperan en las rocosas costas de la isla Guafo.

“Sería genial que nuestros hijos y nietos supieran algún día hubo gente que se preocupaba por proteger este lugar”, dice Chiguay, mientas sostiene una canasta de lapas y observa cómo las aves casi oscurecen el atardecer en el cielo. “Que hubo personas que, con pocos conocimientos formales, trataron de cuidar el medio ambiente para las futuras generaciones”.

Por ahora, un blanco y chaparro faro de la Armada en el acantilado, a lo lejos, es el único signo de intervención humana, además de cinco coloridos barcos de pesca que se encuentran en la bahía y que se han amarrado juntos para formar una ciudad flotante de marineros. Los hombres a bordo comparten calabazas de yerba mate caliente (un té energizante), cocinan guisos sobre estufas de leña, preparan sus colchones y se preparan para el largo fresco de la noche.

Lonko Cristian Chiguay

El lonko Cristian Chiguay inaugura la comida frente al estandarte de la bandera del pueblo Huilliche.

De regreso en tierra firme, en un rústico centro comunitario en Yaldad, cerca de Quellón, Elvis Chiguay y Colivoro se reúnen con lonko Cristian Chiguay alrededor de un hoyo en el suelo lleno de piedras calientes y cubierto con gigantes hojas de nalca, una planta similar al ruibarbo. Los ancianos están preparando un curanto, una de las tradiciones alimenticias más antiguas y practicadas continuamente en las Américas, donde las carnes, las papas y los mariscos se cocinan en la tierra.

El tema durante su almuerzo de trabajo es la protección de la isla Guafo, una idea que nació en este mismo centro comunitario hace siete años. “Este ECMPO nació porque la cultura occidental muchas veces mira a la naturaleza como una fuente de riqueza para vender”, señala lonko Chiguay, sosteniendo una navaja. “Para nosotros, el mar es un lugar de respeto. Siempre estamos haciendo ceremonias para dar gracias a los diferentes ngen (espíritus de la naturaleza) que viven allí”.

Desde el centro de la larga mesa compartida, el lonko señala un mural en la pared. Muestra cómo el mar está envuelto en la espiritualidad de los Huilliche, cuya cosmovisión incluye una poderosa serpiente (Caicai) que controla el equilibrio del océano, así como espíritus antropomórficos como un lobo marino gobernante (Millalobo) y una sirena pescadora (La sirena). Estas criaturas mitológicas ayudan a racionalizar los caprichos del océano, algo que se ha vuelto más difícil de hacer frente a cambios pronunciados, como las enormes granjas de salmón y mejillones que ahora están instaladas en el puerto de Yaldad.

Es por eso que la comunidad de este lugar y las nueve comunidades con las que se han asociado esperan que su trabajo pueda ser visto como un modelo para otros grupos indígenas que defienden el patrimonio cultural y natural.

“Es un ejemplo de cómo las Primeras Naciones pueden seguir trabajando para proteger la naturaleza y hacer nuestra parte”, comenta lonko Chiguay, “porque un mar sano significa gente sana”.