Los guardianes zapotecos del bosque

Las cuencas Copalita-Zimatan-Huatulco (CZH) se encuentran al sur del estado de Oaxaca, México formadas por manglares y corales en el sur, y por sinuosas colinas de bosques de pino-encino en el norte, sobre las cuales vuelan especies endémicas de aves como el reyezuelo de Sinaloa y el carpintero de mejillas doradas.

Fabiola Ramos Hernández, de Nayé, donde producen jabones y ungüentos medicinales elaborados con especies autóctonas de plantas y flores.

En la parte alta, rodeada por esta biodiversidad, se encuentra el municipio de San Miguel Suchixtepec, una comunidad de aproximadamente 3,000 habitantes, en su mayoría de etnia zapoteca, un grupo indígena que, junto con los chontales pre-mayas, tiene una presencia en la región que se remonta a 15,000 años.

Lamentablemente, este paisaje de gran importancia natural y cultural sufre una deforestación causada por la tala excesiva, la contaminación del agua por fuentes agrícolas y problemas de disponibilidad de agua a causa de los efectos del cambio climático. Desde 2005, WWF ha trabajado con comunidades como la de San Miguel Suchixtepec para vigilar, salvaguardar y restaurar el territorio mediante la reforestación, la capacitación para desarrollar una mejor agricultura y prácticas sostenibles de gestión del agua mediante el reconocimiento de la cultura y las costumbres locales.

Con base en este trabajo, las lecciones y las relaciones con la comunidad de estos últimos 16 años, IKEA Social Entrepreneurship y WWF-México, en conjunto con Nature Pays, una iniciativa de WWF que trabaja con emprendimientos sociales sostenibles, iniciaron en 2020 una alianza para fortalecer las operaciones y el acceso potencial a los mercados de 13 empresas comunitarias de conservación (ECC), cuyo trabajo y productos ayudan a la conservación de las cuencas CZH. Formadas por personas de comunidades que viven en la zona, incluyendo San Miguel Suchixtepec, estas ECC se inspiran en generaciones de conocimientos y tradiciones zapotecas que promueven una relación más equilibrada entre las personas y la naturaleza.

Para reconocer y celebrar nuestra colaboración con ellos, nos reunimos con miembros de tres ECC diferentes – Fabiola Ramos Hernández, de Nayé; Porfirio Hernández Hernández, de Guitiani; y Romeo Salinas Ramírez, de Alternativa Agrícola Suchixtepec (AAS) – para hablar de cómo la cultura y las tradiciones zapotecas dan forma a su relación con la naturaleza y les permiten crear medios de vida sostenibles para su futuro y sus comunidades.

Romeo Salinas Ramírez, de Alternativa Agrícola Suchixtepec, una granja ecológica de verduras, frutas y conejos.

Cosmovisión de la naturaleza

Rodeado de árboles de hoja perenne y manantiales de agua burbujeante, San Miguel Suchixtepec cuenta con una naturaleza siempre presente. Porfirio, Fabiola y Romeo ven a la naturaleza no como una mercancía o algo para usar y tirar, sino como una parte de sus vidas. Sin ella, dice Porfirio, no podríamos existir. Esta cosmovisión de la vida que les rodea determina su forma de relacionarse y trabajar con la tierra que labran, el agua que beben y los cultivos que realizan. "Dependemos de la naturaleza, no al revés. Tenemos que cuidarla; la naturaleza es un tesoro para nosotros y las generaciones futuras”, comenta Fabiola.

"Es una alegría vivir aquí en esta comunidad, en este bosque; somos gente del bosque. ¿Por qué buscar agua y comida en otros planetas? Aquí lo tenemos todo. Tenemos que proteger la vida aquí y no trabajar contra la naturaleza, sino con ella. Decimos no a la sobreexplotación porque, al destruir la naturaleza, nos destruimos a nosotros mismos", señala Romeo.

"La naturaleza significa vida, sin ella no existiríamos... te da comida, agua, ropa, todo. Si la naturaleza no existiera, ninguna cantidad dinero del mundo te ayudaría. Por eso pienso en cómo transmitir este sentimiento a otras generaciones, al futuro", agrega Porfirio.

Protectores de la tradición zapoteca y de la naturaleza

La granja agroforestal de Romeo incluye perales, manzanos, aguacates y melocotoneros cultivados junto con tallos de maíz en laderas empinadas de tierra roja. Los procesos de la granja incluyen fertilizantes orgánicos hechos por él mismo y buscan reducir la erosión de la tierra intercalando los árboles frutales con el maíz de cultivo común. Alrededor de su granja, sobresaliendo aquí y allá, hay carteles en lengua zapoteca que explican el trabajo que realizan.

Los productos de Nayé, elaborados con especies autóctonas de plantas medicinales, llevan en sí el legado del abuelo de Fabiola y su don para curar dolencias con productos naturales, famoso en San Miguel. Al igual que su abuelo, Fabiola bendice el tomillo, el romero y las demás plantas del vivero de Nayé antes y después de usarlas para elaborar productos.

La visión de Porfirio de Guitiani, una finca con diferentes árboles frutales cultivados con métodos similares a los de Romeo, proviene de las enseñanzas que le transmitió su padre. "No se puede separar la lengua zapoteca de la agroecología, van de la mano. Usamos letreros en zapoteco para que la gente de la comunidad pueda ver lo que hacemos en nuestra lengua materna. No queremos que el zapoteco desaparezca. Algunas prácticas agrícolas tienen que ser transmitidas en zapoteco, no hay otra manera; si le pides a un anciano que lo explique en español, no es posible", indica Romeo.

"Cuando empezamos con Nayé, la gente de la comunidad se alegró que continuáramos el trabajo de mi abuelo. Conocen los ungüentos y jabones que hacemos porque los hacía mi abuelo. Conservamos las plantas autóctonas y hacemos lo que siempre hicieron nuestros antepasados: descubrir cómo pueden ayudarnos. Me encantaría que mis hijos aprendieran y llevaran estos conocimientos al futuro para que puedan hacerlo cuando ya no estemos aquí", comenta Fabiola.

Porfirio Hernández Hernández, de Guitiani, una granja ecológica de diversas frutas para la producción de fruta embotellada.

Empresa comunitaria de conservación (ECC)

En conjunto con otras 10 empresas sociales esperan convertirse en ECC: empresas que proporcionan medios de vida dignos y sostenibles que preservan los ecosistemas del paisaje. Además de tener negocios exitosos y respetuosos con el medio ambiente, los miembros esperan desarrollar sus productos y superar los retos en sus propios términos: fieles a las tradiciones culturales y familiares en las que están basadas.

Mediante la colaboración de tres años entre IKEA Social Entrepreneurship y WWF, se llevan a cabo talleres sobre adaptación al cambio climático, mejores prácticas agrícolas y de gestión integrada del agua y desarrollo organizativo y empresarial. Los talleres agrícolas están sustentados en la agroecología, un modelo que pretende conservar el agua y el suelo mediante métodos de producción orgánica como la aplicación de biofertilizantes y pesticidas naturales. En cultivos como el aguacate, estas prácticas han reducido el consumo de agua y los costes de producción en un 64% y un 59%, respectivamente. Al mismo tiempo, los talleres de desarrollo empresarial esperan fortalecer las capacidades de las ECC para acceder tanto a los mercados locales como a los nacionales.

Este modelo de desarrollo de sustento podría ayudar a crear empresas sociales sostenibles que ayuden a preservar la biodiversidad de las cuencas CZH y las culturas locales. A través del Consejo Oaxaqueño de Agroecología, este modelo, y su impacto en los medios de vida del ECC, podría llevarse a otras regiones y paisajes del estado. El proyecto espera replicar este tipo de modelo en otros seis municipios del paisaje.

El camino por delante

A pesar de no estar libre de obstáculos, el camino de estos tres emprendedores sociales está marcado y pavimentado por las generaciones que ya lo recorrieron. Comprometidos con sus visiones, Nayé, Guitiani y AAS se basan en el trabajo que hicieron sus abuelos y padres y buscan la forma de sacarlo adelante. Y aunque a primera vista parece que son los pinos, los ríos caudalosos y los cerros los que unen las cuencas de Copalita-Zimatán-Huatulco, una mirada más cercana revela que entrelazados con esta naturaleza, se encuentran las creencias y el compromiso de personas como Fabiola, Porfirio y Romeo que hacen su parte para mantener viva la naturaleza para las generaciones de guardianes del bosque de mañana.