Socios conservacionistas y comunidades indígenas trabajan juntos para restaurar los bosques en Guatemala
- Fecha: 18 julio 2024
- Autor: Mark Johanson
Cada año, las 48 aldeas de Totonicapán, una región indígena maya k’iche del suroeste de Guatemala, se reúnen para elegir un consejo y un presidente que protegerán los bosques comunales de 51,892 acres (30 mil ha) y también trabajarán activamente para restaurarlo. En 2024, la presidencia recayó en Germán Santos.
“Esta es una oportunidad única en la vida que nunca podré repetir”, explica Santos, quien porta un bastón ceremonial negro que simboliza su autoridad como líder indígena. El papel no es remunerado, dice, y forma parte de un modelo de servicio voluntario que los k'iche han practicado durante cientos de años. “Es un privilegio tener esta responsabilidad y así la trato. Pero si no hago lo correcto por mi comunidad, cargaré con el peso de la vergüenza”.
Los k'iche han gestionado exitosamente sus recursos naturales durante siglos utilizando su órgano de gobierno tradicional y sus conocimientos ancestrales. Como resultado, Totonicapán alberga el bosque de coníferas más grande que aún queda en Guatemala. También se considera el último gran bastión del amenazado oyamel guatemalteco. Sin embargo, las presiones de la vida moderna, la tala ilegal, las enfermedades de las plantas y el aumento de los incendios forestales provocados por la crisis climática representan nuevas amenazas para esta región donde viven unas 150,000 personas.
Como presidente del Consejo de Recursos Naturales de Totonicapán, Santos debe monitorear diligentemente los antiguos bosques de la zona que desempeñan un papel clave en la cosmovisión k'iche: un profundo sistema para interpretar el mundo que aprecia y observa la naturaleza, utilizando su sabiduría para producir significado simbólico en todos los aspectos de la vida, como los lugares para los rituales sagrados. Estos bosques de gran altitud albergan 127 especies de aves y una gran variedad de mamíferos, incluidos ocelotes, armadillos y venados de cola blanca. En particular, aquí hay unos 1,500 manantiales de agua dulce, lo que hace que las verdes colinas de Totonicapán sean vitales para la salud y el avance económico de los agricultores que viven en los valles.
Santos cuenta con apenas un año para crear un impacto positivo en Totonicapán. Sin embargo, él está respaldado por una amplia red que le garantiza buenas posibilidades de éxito. Entre los socios de conservación a largo plazo se encuentra Mario Ardany de León, oficial de programas de Guatemala para el Fondo de Desarrollo EcoLogic, quien trabaja con las comunidades rurales e indígenas en Centroamérica y México para ayudarles a salvaguardar sus recursos naturales.
EcoLogic ha encabezado un proyecto de restauración forestal a gran escala en Totonicapán, donde 13 invernaderos ahora albergan alrededor de 16,000 plantas cada uno, incluidos cipreses, pinos, abetos y alisos nativos. En los años buenos, unas 125,000 plantas alcanzarán la madurez en estos invernaderos. Después serán distribuidas entre los miembros de la comunidad para que con esas plantas se reforesten 247 acres (100 ha) de áreas degradadas.
Ardany de León, que lleva más de 25 años como educador ambiental, ve su papel aquí como meramente de apoyo técnico. "Estas comunidades siempre se han organizado en torno al tema de la conservación", dice. “Es una práctica ancestral cuidar y proteger el bosque”.
Gran parte del apoyo de Ardany de León proviene de la obtención de recursos.
En tres ocasiones EcoLogic ha recibido fondos del programa Russell E. Train Education for Nature (EFN) de WWF, el cual brinda apoyo financiero a instituciones de conservación en África, Asia, América Latina y el Caribe. Los fondos para la restauración forestal de EFN, en particular, brindan apoyo financiero a líderes del Sur Global para restaurar ecosistemas degradados y deforestados, desarrollar capacidades locales y promover distintos medios de subsistencia.
Los fondos asignados a EcoLogic ayudaron a Ardany de León, beneficiario de un apoyo de desarrollo profesional de EFN, a ampliar el proyecto de restauración forestal a su nivel actual, brindando a los 48 cantones de Totonicapán los medios para combatir los incendios estacionales, la tala ilegal y otras amenazas. Comenta que la iniciativa es una herramienta notablemente rentable para la restauración forestal a aproximadamente 2 quetzales (o 0.25 dólares) por planta.
El proceso comienza cada noviembre cuando los miembros de la comunidad recolectan semillas. Luego, estas semillas se colocan en maceteros que incluyen fibras de coco recicladas y hongos micorrízicos, los cuales ayudan a la fertilización. Cuando las plantaciones alcancen aproximadamente 12 pulgadas (30 cm), estarán listas para ser distribuidas. La siembra en el campo suele realizarse entre junio y agosto, dándole prioridad a áreas clave para la seguridad hídrica. Este año le corresponde a Santos decidir dónde son mayores las necesidades.
Además de los invernaderos, EcoLogic introdujo en la región estufas de bajo consumo que requieren un 60% menos de leña que las estufas tradicionales de leña. Estas alternativas de bajo consumo de combustible, que los residentes utilizan tanto para cocinar como para calentar sus hogares (una necesidad en las tierras altas de Guatemala a 7,875 pies o 2400 m de altitud) han reducido drásticamente la necesidad de cortar árboles para obtener leña.
Las parcelas agroforestales (tierras en las que los agricultores integran intencionalmente árboles y arbustos en sistemas de cultivo para crear beneficios ambientales, económicos y sociales) y la educación ambiental son dos métodos adicionales que Ardany de León espera que ayuden a reducir la presión sobre los bosques de Totonicapán, que los k'iche ven como la fuente espiritual de vida. “Por razones del calentamiento global, de los incendios forestales, del futuro de nuestros niños, todos debemos contribuir y dejar un legado”, agrega Santos. “Lo que estamos haciendo puede que sea una cosa muy pequeña, pero siento que es una causa noble”.
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