¿Acaso el cambio climático está aumentando el riesgo de desastres?

Datos sobre inundaciones, incendios, huracanes y tornados

En 2023, el año más caluroso jamás registrado en el mundo, los desastres como los trágicos incendios forestales en Hawái y las devastadoras inundaciones en Vermont ocasionaron estragos en todo Estados Unidos. Impactaron a millones de vidas1 y causaron miles de millones de dólares en daños2. A medida que la crisis climática se intensifica, no hay duda de que la intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, que a menudo resultan en desastres, está aumentando.

Según el informe más reciente del IPCC sobre la adaptación climática, los desastres provocados por la crisis climática ya son peores de lo que los científicos predijeron originalmente. Y ahora, los científicos han presentado evidencia de que se prevé un calentamiento adicional. Eso significa que el riesgo de desastres aumentará, incluso si el mundo logra limitar las emisiones de gases de efecto invernadero que impulsan el cambio climático.

Esta es la cuestión: un peligro natural, como una inundación o un incendio forestal, no tiene por qué convertirse en un desastre. Si se toman medidas proactivas para reducir el riesgo que plantean las amenazas, es posible gestionar los impactos y al mismo tiempo fortalecer la resiliencia. WWF está trabajando para integrar prácticas ambientalmente responsables en los programas y políticas de respuesta, recuperación, reconstrucción y reducción de riesgos ante los desastres.

Aquí cuatro peligros naturales que son impactados por nuestro cambiante clima, junto con algunas formas de cómo reducir el riesgo para cada uno:

Inundaciones

En algunas zonas, las inundaciones pueden ser parte natural de un ciclo anual, brindando servicios ecosistémicos (los beneficios directos e indirectos que los recursos naturales brindan a las personas) y apoyando los medios de subsistencia. Pero cuando las comunidades y la infraestructura no pueden hacer frente a las inundaciones, los impactos resultantes del desastre pueden ser devastadores. De hecho, las inundaciones afectan a más personas en todo el mundo que cualquier otro desastre, y los impactos económicos, sociales y ambientales están empeorando. Según un estudio, para el año 2050 los gastos ocasionados por las inundaciones aumentarán en 11,000 millones de dólares3.

Varios factores están contribuyendo al aumento del riesgo de las inundaciones. Estos incluyen cambios en las precipitaciones, tormentas y temperaturas, impulsados por la crisis climática, así como factores sociales como cambios en el uso de la tierra y el desarrollo de llanuras aluviales.

La infraestructura como represas y diques es a menudo el método predeterminado para gestionar las inundaciones. Pero estas medidas estructurales no pueden adaptarse a las condiciones cambiantes, su construcción puede ser costosa y puede generar impactos sociales y ambientales negativos. Los métodos de gestión de inundaciones basados en la naturaleza pueden maximizar los beneficios de las inundaciones y al mismo tiempo gestionar y minimizar las consecuencias negativas. Estos métodos se pueden utilizar de forma independiente o en combinación con métodos proporcionados por la ingeniería.

Los humedales, por ejemplo, pueden absorber el agua y reducir el riesgo de inundaciones. Pero en muchos lugares, los humedales se pavimentan o rellenan, a menudo con superficies impermeables como el hormigón, lo que significa que el agua no puede pasar4. La restauración y gestión de los humedales puede ayudar a las comunidades a adaptarse y reducir el riesgo de desastres. Los humedales saludables también ofrecen beneficios adicionales como refrescar el entorno y mejorar la calidad del agua. Además, ofrecen oportunidades recreativas como senderos para caminar, observar aves, pescar y pasear en bote. La guía Flood Green Guide de WWF proporciona herramientas y orientación sobre el uso de métodos naturales y basados en la naturaleza para la gestión de inundaciones.

Incendios forestales

En algunos lugares, el fuego es un elemento natural del ecosistema y los bosques. De hecho, la vida silvestre depende del fuego. Pero los incendios forestales están aumentando en escala, frecuencia e intensidad, y cada vez tienen consecuencias devastadoras para un mayor número de comunidades. Las llamas están cobrando vidas, incinerando hogares y orillando a algunas especies animales al borde de la extinción.

Ante la intensificación de la crisis climática, temperaturas más altas, estaciones secas más intensas y más largas, el deshielo prematuro y vientos más fuertes se, la capacidad que la naturaleza tiene para resistir a los incendios se ve afectada. A medida que los períodos húmedos más intensos provocan un rápido crecimiento de la vegetación y las prolongadas olas de calor la secan, el combustible se va acumulando. Además, los rayos cada vez más frecuentes ofrecen más posibilidades de ignición. El resultado de estos impulsores entrelazados es nada más y nada menos que un polvorín. La temporada de incendios comienza antes y termina más tarde, y los incendios forestales son más destructivos.

Los humanos son responsables de la gran mayoría de los incendios forestales descontrolados en Estados Unidos. Eso significa que las soluciones también están en nuestras manos. Durante años, los gobiernos han gastado enormes cantidades de dinero para extinguir los incendios, pero la superficie que se incendia sigue aumentando.

Para hacer frente a las causas fundamentales ante los riesgos de los incendios, los gobiernos deben continuar reformando las políticas de gestión de incendios. Además de abordar las emisiones de gases de efecto invernadero como parte central de la crisis climática, es indispensable actualizar los enfoques de gestión de los riesgos de los incendios mediante quemas controladas; hacer que los edificios sean resistentes al fuego; regular el cambio de uso de la tierra para evitar el desarrollo en áreas de alto riesgo; y reconstruir después de los incendios con métodos ambientalmente responsables. Estos métodos incluyen el uso apropiado de la tierra y materiales y prácticas de construcción ambiental y socialmente responsables. Al reformar las políticas de manejo de incendios, podemos limitar los peores impactos de los incendios.

Huracanes

Los huracanes son grandes e intensas tormentas que se forman en los océanos, sobre aguas cálidas. Los huracanes que se desarrollan sobre el océano Pacífico occidental se denominan “tifones” y los que nacen en el Pacífico sur y el océano Índico se denominan “ciclones”5. Los huracanes son producto de la evaporación del agua del océano a 80 grados Fahrenheit (26.6 C) o más, creando aire cálido y húmedo que asciende a la atmósfera. A medida que el aire asciende, se enfría y se condensa, formando nubes de tormenta. Los vientos comienzan a soplar en círculo y acumulan un cúmulo de nubes y, a medida que aumenta la velocidad del viento, la tormenta alcanza el estatus de huracán6.

Los huracanes pueden ir acompañados de vientos y lluvias intensos, marejadas ciclónicas, erosión costera, deslizamientos de tierra y tornados, que causan daños en las zonas costeras donde tocan tierra y aún más allá. El cambio climático está aumentando las temperaturas de los océanos y la atmósfera e incrementando los niveles del mar, lo que a su vez puede aumentar la frecuencia, duración e intensidad de los huracanes, junto con sus vientos extremos, marejadas ciclónicas y tasas de precipitación7. La naturaleza puede ayudar a reducir el daño ocasionado por esos impactos. Por ejemplo, la conservación y gestión de los humedales y los marismas puede contribuir a absorber el agua de las inundaciones, mientras que los manglares, las dunas de arena y los arrecifes de coral pueden reducir el impacto de las olas8.

También es importante señalar que la propia naturaleza se ve afectada durante las tormentas y ciclones. Esto es particularmente cierto en el caso de los ecosistemas costeros que pueden sufrir graves daños debido a la erosión de las playas, la destrucción de las dunas y la intrusión de agua salada. Estos cambios a veces resultan en la pérdida de hábitat para especies en peligro de extinción9.

Después de un huracán, es importante reconstruir de manera más segura y ecológica con planes mejorados del uso de la tierra, junto con infraestructura y restauración ambiental informadas sobre el clima. Por ejemplo, en una zona seca, sería útil plantar especies nativas del desierto que se adapten a las condiciones locales, en lugar de especies no nativas que requieren mucha agua.

Tornados

Los tornados, que ocurren principalmente en Estados Unidos, son columnas de aire giratorias que se extienden desde ciertas tormentas hasta el suelo. La crisis climática está aumentando la frecuencia y la fuerza de las tormentas severas, lo que a su vez produce condiciones atmosféricas que pueden generar tornados aún más intensos.

Para reducir el riesgo de los destructivos impactos, las ciudades y los pueblos pueden implementar códigos de construcción más estrictos10. Los sujetadores para techos y los materiales de construcción resistentes al viento, por ejemplo, pueden ayudar a fortalecer la resiliencia. Y, una vez que se actúa ante un tornado, los esfuerzos deben implementarse de manera equitativa, como garantizar que los refugios sean accesibles para las personas con discapacidad.

Justicia ambiental

Los desastres no afectan a las comunidades por igual. Los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos los sienten de manera desproporcionada los pueblos indígenas, las comunidades de color y las comunidades de bajos ingresos. Tomemos como ejemplo los incendios que pueden agudizar las desigualdades estructurales como las disparidades en la calidad del aire, la exposición a sustancias químicas, las enfermedades relacionadas con el calor y las condiciones laborales inseguras. Es importante canalizar recursos hacia las comunidades más afectadas.

Las mismas desigualdades estructurales se observan en las inundaciones. Más del 80% de las personas en riesgo de desplazamiento por inundaciones viven en ciudades o sus alrededores11 y tanto las personas de color como las personas con ingresos más bajos tienen probabilidades de vivir en zonas inundables. Según un estudio de la NAACP y la Universidad de Columbia, las comunidades negras “se ven afectadas con mucha más frecuencia y gravedad por las inundaciones”12. Después del huracán Katrina, por ejemplo, los peores daños por inundaciones ocurrieron en los vecindarios negros13.

Además, las personas que viven en viviendas que no están construidas para resistir a los tornados, y que generalmente tienen ingresos más bajos o están en un lugar donde la zonificación no requiere medidas de protección, a menudo sufren más daños y necesitan más apoyo para reconstruir. Las personas de color tienden a vivir en las peores zonas de tornados y, a su vez, los tornados pueden empeorar las desigualdades raciales14.

Está claro que las comunidades de color y las comunidades de bajos ingresos tienen menos accesos a los recursos para prevención y tienden a experimentar una recuperación más difícil y lenta15. Por lo tanto, es crucial incorporar la equidad racial y social en las políticas de gestión de desastres.

Gestión de desastres ante una crisis climática cada vez más intensa

A medida que la crisis climática empeora, es importante adaptar la forma en que gestionamos el riesgo y respondemos a los eventos extremos. Los peligros naturales están profundamente entrelazados y, si se gestionan por separado, pueden alimentarse unos de otros y provocar daños más extremos. Esto se debe a que la crisis climática actúa como un multiplicador de amenazas. Una sequía puede secar la vegetación, aumentando la cantidad de maleza disponible necesaria para provocar un incendio forestal que a su vez incinerará una zona boscosa, con lo cual se liberará CO2 y aumentará aún más la crisis climática en un ciclo de retroalimentación negativa. Cuando llueve, fenómeno que el cambio climático está haciendo cada vez más intenso, la falta de plantas puede significar que el agua desplace una mayor parte del suelo, provocando deslizamientos de tierra y destructivas inundaciones. Para salvar tantas vidas como sea posible, es importante considerar los impactos que pueden tener más de un evento extremo a la vez.

La gestión de desastres ambientalmente responsable no puede implementarse lo suficientemente rápido. Mientras que la crisis climática intensifica los fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo, los próximos años son un momento crítico para lograr una reducción adecuada del riesgo de desastres. Las comunidades deben adaptarse y reducir el riesgo de desastres hoy mismo. La vida de muchas personas depende de ello y la naturaleza puede ayudar.

Conoce más sobre el programa de Medio Ambiente y Gestión de Desastres de WWF (continuar en inglés).

Referencias: