Castores constructores: cómo un gran roedor diseña paisajes resilientes al cambio climático

Los castores son criaturas de aspecto curioso, son grandes y peludos, y cuentan con dientes anaranjados y una cola en forma de paleta. A pesar de sus peculiaridades, son inteligentes y leales. Construyen sus casas, comunidades y, lo más importante, son poderosos héroes climáticos.

Estos animales desempeñan un papel crucial en la mejora de la resiliencia de los ecosistemas ante el cambio climático. La construcción de sus represas crean estructuras que ayudan a los entornos a adaptarse y recuperarse de las perturbaciones relacionadas con el clima, convirtiéndolos en contribuyentes clave para la supervivencia a largo plazo de hábitats diversos y resilientes.

A continuación, conoce más sobre cómo los castores construyen paisajes resilientes al clima.

Superpoder: ser ingenieros de los ecosistemas

Durante millones de años, los castores han diseñado pequeños estanques en los que pueden construir sus hogares. Colocando cuidadosamente ramas y rellenando los espacios con barro, hierba y rocas, los castores crean represas que frenan el flujo del agua. Debido a sus increíbles habilidades de construcción, los castores se han ganado el título de "ingenieros de los ecosistemas" y son reconocidos como especies clave. Sus represas no solo tienen una influencia directa sobre el aspecto y el funcionamiento de sus hábitats, sino que también son cruciales para otros beneficios secundarios del ecosistema, como la mitigación del cambio climático, el almacenamiento de carbono y la creación de hábitats tolerantes a la sequía y resistentes al fuego.

Maravillas de humedales

Las represas de los castores pueden crear humedales que son cruciales para sustentar una gran diversidad de flora y fauna, cuya presencia fortalece la resiliencia del entorno al cambio climático. Hoy en día, en ocasiones se eliminan a los castores de las áreas urbanas y las granjas para evitar inundaciones. Sin embargo, la reducción de la población de castores ha alterado significativamente los sistemas de agua dulce y la dinámica del hábitat. Los humedales creados por los castores proporcionan hábitats de agua dulce vitales para diversas especies, incluidos peces, anfibios, el urogallo de las artemisas en el oeste de Estados Unidos y las truchas.

Además, los estudios sugieren que muchos aspectos de los hábitats de los castores ayudan a confinar carbono durante largos períodos de tiempo. Los sedimentos en los estanques y la vegetación en los prados donde viven los castores ayudan a extraer y almacenar carbono de la atmósfera. Algunas investigaciones sugieren que la formación de turbas inducidas por los castores (materia vegetal parcialmente descompuesta acumulada en entornos saturados de agua) también ayuda con el confinamiento al mantener el carbono absorbido por estas plantas dentro de los suelos de turbas a medida que se descomponen. Debido a estos factores, algunas investigaciones revelan que los paisajes de castores pueden confinar hasta 470,000 toneladas de carbono al año, y se ha estimado que los servicios ecosistémicos que brindan los castores en Estados Unidos valen cientos de millones de dólares. De hecho, un estudio estima que los castores le ahorran a Estados Unidos alrededor de $133 millones de dólares en cuanto a protección del hábitat y la biodiversidad y aproximadamente $75 millones de dólares en confinamiento de gases de efecto invernadero. Claramente, los humedales de los castores son ecosistemas de alto funcionamiento con beneficios climáticos que van desde la promoción de la biodiversidad hasta el almacenamiento de carbono.

Refugio hidrológico

Debido a que las represas de los castores regulan el flujo de agua al crear caminos fluviales complejos, esto reduce la erosión de las riberas y fomenta la acumulación de sedimentos beneficiosos. Con el tiempo, este proceso eleva el lecho del río, reconectando llanuras aluviales históricas y restaurando arroyos conectados a nivel de un paisaje más amplio. Estas represas también mitigan las inundaciones al almacenar el exceso de agua durante las fuertes lluvias para reducir el caudal máximo, al tiempo que garantizan un flujo constante río abajo que beneficia a las plantas, los animales y las comunidades humanas. Por último, las represas de los castores actúan como filtros naturales, atrapando sedimentos y disolviendo contaminantes como el nitrógeno y el fósforo para mejorar la calidad del agua. Este sistema de filtración natural se está convirtiendo más esencial a medida que el clima continúa calentándose, ya que las temperaturas más altas del agua agudizan la contaminación del agua. A través de estos procesos, las represas de los castores mejoran significativamente los ecosistemas acuáticos y terrestres.

Superpoder: amortiguar las sequías

Los castores también juegan un papel crucial en la resiliencia a las sequías y los incendios forestales. Las estructuras que construyen ralentizan el flujo de los arroyos y crean estanques, lo que permite que el agua penetre en el suelo y reponga los niveles de agua subterránea. Este proceso proporciona humedad vital para la vegetación y la vida silvestre durante los períodos secos. Además, los entornos diseñados por los castores crean oasis o refugios durante los incendios forestales. Investigaciones recientes demuestran que los ecosistemas de agua dulce donde los castores se encuentran activos son significativamente más tolerantes a los incendios. De hecho, estas zonas sufren solo un tercio de los daños causados por incendios en comparación con áreas similares sin presencia de castores.

El cambio climático global está provocando sequías y mega incendios más frecuentes y graves. Un estudio de 2016 reveló que el secado de materia orgánica inducido por el clima provocó el doble de grandes incendios entre 1984 y 2015 en el oeste de Estados Unidos. Para apoyar aún más esta tendencia, un estudio respaldado por la NOAA en 2021 identificó el cambio climático como el factor principal que impulsa el aumento de las condiciones climáticas propicias para los incendios en la misma región. Las poblaciones saludables de castores pueden ser una de las soluciones naturales más sólidas para amortiguar los efectos climáticos... literalmente.

Dados los numerosos beneficios que aportan a su ecosistema, los castores son claramente actores clave en la lucha contra el cambio climático. De rama en rama, estos ingenieros de cara peluda están construyendo resiliencia climática en sus hábitats. De hecho, la eficacia de las estructuras de los castores es tan notable que los humanos han comenzado a imitarlas.

El ecosistema de las Grandes Planicies en Estados Unidos enfrenta actualmente desafíos debido en parte a una población reducida de castores. Esta disminución fue causada por los comerciantes de pieles, entre 1600 y 1850, quienes casi exterminaron a los castores en América del Norte. Como los castores son una especie clave, su casi erradicación afectó gravemente a otros animales salvajes. Para abordar el vacío ecológico que dejaron los castores en las Grandes Planicies, los conservacionistas, incluida la Sustainable Ranching Initiative, una iniciativa de WWF para promover la ganadería sostenible, están replicando las funciones de las represas de los castores utilizando estructuras hechas por el hombre en arroyos degradados. Estas represas artificiales son rentables, adaptables y mejoran la resiliencia de la comunidad a los impactos del cambio climático, como las sequías y las inundaciones. También promueven la biodiversidad y la conservación del agua. Este tipo de iniciativas inspiradas en los castores se han implementado hasta ahora en Montana y la cuenca del río Grande.

A largo plazo, la instalación de diques análogos a los de los castores restaurará el hábitat para que los castores recolonicen hábitats de los que han estado ausentes durante décadas.

Aunque imitar las estructuras de los castores puede beneficiar a los ecosistemas, la actividad natural de los castores es mucho más eficaz a largo plazo. Por lo tanto, proteger y restaurar las poblaciones de castores puede desempeñar un papel crucial en los esfuerzos de adaptación y mitigación del cambio climático, ya que estos laboriosos animales crean ecosistemas resilientes que pueden confinar carbono y fomentar la biodiversidad.