Trabajando con los cafetaleros valoré más los plátanos y los retos de los pequeños agricultores ante al cambio climático
- Fecha: 22 noviembre 2023
- Autor: Katherine Devine
Mientras estudiaba en el extranjero visité mi primera finca de café en Costa Rica, sin embargo fue en la República Dominicana donde me enamoré de la producción de café, unos años después. Como parte del Cuerpo de Paz, fui enviada a un pequeño pueblo, Juncalito, donde tuve la suerte de estar rodeada de gente extremadamente amable, en un paisaje impresionante, con un clima perfecto y donde tuve el placer de trabajar con la Asociación de Productores de Café de Juncalito. Esa fue una etapa muy formativa en mi vida ya que tuve el privilegio de ver los desafíos que enfrentan los pequeños agricultores así como su tenacidad y amor por la tierra y un delicioso café.
Cuando supe que mi equipo en WWF estaría trabajando en una serie de artículos sobre cómo medir y mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en productos básicos -y que el café sería uno de ellos-, aproveché la oportunidad de unirme al proyecto.
Durante mi estancia en la República Dominicana, vi de primera mano cómo las condiciones climáticas pueden afectar la productividad y la calidad, y crear una diferencia entre ganar más por medio del café de especialidad y vender el producto básico a precios bajísimos. Tenía curiosidad por involucrarme en la investigación de WWF para aprender más sobre las emisiones de GEI en la producción de café y qué se podría hacer para apoyar a los cafetaleros que enfrentan los impactos directos del cambio climático.
La investigación de WWF reveló que las emisiones de GEI en una taza de café, desde la finca hasta la taza, varían ampliamente, de 3 hasta más de 40 kg de CO2e/kg de café tostado (RC)¹. No es de sorprender que, cuando se trata de emisiones de GEI, el cambio de uso de suelo (CUS), específicamente la deforestación o la conversión, es el mayor impulsor de las emisiones del café. Puede representar casi la mitad de la huella de una taza, o más, dependiendo del historial de uso de suelo de un lugar en particular.
Dado que el cambio climático reduce y cambia las ubicaciones de la producción del café, el CUS es un riesgo que no va a desaparecer. Una forma en que las empresas y los gobiernos pueden ayudar a mitigar el riesgo del CUS es ofreciendo incentivos a los agricultores para que amplíen la producción a tierras degradadas en lugar de deforestar más bosque. Los incentivos son fundamentales en esta área, ya que la rehabilitación puede ser costosa y la mayor parte de la producción de café la realizan pequeños agricultores que carecen del capital para tales inversiones.
Además del cambio de uso de suelo, las emisiones agrícolas varían considerablemente dependiendo de las prácticas que se implementen, pero el uso de fertilizantes contribuye en gran medida. No solo afecta las emisiones de GEI, sino que su uso excesivo también puede provocar escorrentías hacia las fuentes de agua y generar contaminación.
Algunos agricultores de la Asociación de Productores de Café de Juncalito elaboran fertilizante orgánico utilizando las bayas de café, las cuales se abren para revelar los granos que contienen. Este fertilizante orgánico puede ayudar a reducir el metano, un potente gas de efecto invernadero que se emitiría si las bayas se pudrieran.
Aunque la Asociación ha contado con el apoyo de dedicados agrónomos financiados por el gobierno dominicano, no todos los agricultores han aplicado esos métodos debido a varias razones, incluyendo el costo, la voluntad de aprender nuevos métodos o la falta de tiempo y de espacio dedicado, por mencionar algunas.
Estar más capacitados en cuanto al uso de fertilizantes orgánicos o sobre la aplicación adecuada de fertilizantes no orgánicos podría ayudar a reducir el uso excesivo y reducir las emisiones derivadas de la producción de fertilizantes, así como la contaminación por escorrentía. Las pruebas de suelo que se realizan para comprender mejor las necesidades específicas en diferentes partes de una finca también podrían contribuir en gran medida a una aplicación adecuada, pero pueden resultar costosas.
Algunos de mis cafetaleros favoritos en Juncalito solían dejarme un racimo de plátanos en mi casa –como parte del lenguaje universal de compartir los alimentos-, algo que siempre me hizo sentir bienvenida. Estas personas implementaban prácticas agroforestales mediante el uso de árboles de sombra, de los cuales el plátano es una opción común. Las prácticas agroforestales como estas tienen el potencial de confinar más carbono en las fincas y al mismo tiempo diversifican los cultivos para los productores y permiten una mayor resiliencia frente a la crisis climática.
Si bien la ciencia varía sobre estas prácticas en términos de cuánto carbono se puede confinar y el grado en que se puede cuantificar la resiliencia ante la crisis, son un medio para que los cafetaleros produzcan café junto con alimentos que también utilizan para alimentar a sus familias.
Abordar estos problemas y otras fuentes de emisiones de GEI señaladas en el informe de WWF es un desafío. Dado que la mayor parte del café es producido por pequeños agricultores, también se necesitan considerar los enfoques regionales. Los cambios no siempre llegan rápidamente y requieren mucho trabajo. Pero también lo es nuestro apetito por el café.
[1] Las emisiones de gases de efecto invernadero se miden en kilogramos de CO2 equivalente por kilogramo de producto (en este caso, café tostado).
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