Codex Planetarius: Aumentando la sostenibilidad y la resiliencia alimentaria a nivel mundial
- Fecha: 04 octubre 2024
- Autor: Jason Clay

El aumento de los precios de los alimentos ha causado mucha conmoción en los últimos años, pero incluso estos costos ocultan algo más alarmante: la producción de alimentos tiene el mayor impacto que cualquier actividad humana en el planeta, causando el 70% de la pérdida global de biodiversidad, el 78% de la contaminación del agua y el 35% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Y mientras que la población humana continúa creciendo rápidamente y tiene mayor longevidad, la presión para aumentar la producción de alimentos aumentará en los próximos años, poniendo en mayor peligro los recursos renovables, la vida silvestre y el clima.
Para enfrentar este desafío, necesitaremos reducir el impacto negativo de la producción de alimentos incluso cuando produzcamos más. La gran pregunta es cómo, especialmente ante la creciente amenaza del cambio climático hacia la producción.
El Instituto de Mercados del WWF (continuar en inglés) está trazando un nuevo camino a seguir por medio de Codex Planetarius, una propuesta de estándares mínimos de desempeño ambiental diseñados para reducir los impactos clave de los alimentos comercializados globalmente mediante la adopción de niveles mínimos de desempeño ambiental.
Los desafíos del comercio mundial de alimentos
La producción de alimentos ha tenido un impacto en el medio ambiente durante milenios, pero su huella actual —que cubre 19 millones de millas cuadradas o 49 millones de kilómetros cuadrados (una superficie de aproximadamente tres veces el tamaño de Rusia) e incluye grandes porciones del océano— es incomprensible. Las exportaciones de alimentos, que representan casi 1/3 de todos los alimentos consumidos, son igualmente enormes. Con un valor de 1.7 billones de dólares, se han cuadriplicado en los últimos 40 años y se espera que sigan aumentando a medida que los patrones climáticos alteren la producción.
Estas exportaciones no vienen sin consecuencias. La demanda estadounidense de cuero contribuye a la deforestación en la Amazonía. La insaciable demanda de China por productos del mar reduce las poblaciones de peces de África occidental de manera considerable. Y la lista continúa en todo el mundo a través de una compleja red de oferta, demanda e impacto.
A pesar del problema obvio, no existen estándares globales para abordar los impactos ambientales de los alimentos comercializados internacionalmente. La caña de azúcar producida con un impacto mínimo en los recursos hídricos no recibe un trato distinto al de la producción que agota o contamina los sistemas hídricos. Como resultado, los productores suelen dañar el agua, el suelo y otros recursos naturales, mientras que las empresas que compran estos productos básicos no saben cuáles son los impactos ni qué incentivos podrían mejorar la producción.
Obviamente, los alimentos deben cultivarse de maneras más sostenibles, pero los intentos de reformar el sistema alimentario mundial en los últimos 30 años han fracasado en gran medida.
Estos esfuerzos, que se centraron principalmente en normas voluntarias, dieron lugar a asociaciones con empresas que tenían los medios financieros para reducir su impacto ambiental invirtiendo en prácticas y sistemas de producción mejorados. Pero los productores de alimentos menos eficientes (aquellos con menos probabilidades o menos dispuestos a adoptar normas voluntarias) fueron en gran medida ignorados y sus gobiernos o compradores no les exigieron que mejoraran su desempeño.
Aunque los menos eficientes representan solo el 10-20% de los productores de cualquier producto básico (e incluso menos del producto), son responsables del 60-80% de los impactos ambientales clave de la producción. Al simplemente mantener el statu quo, estos productores anulan los avances voluntarios a nivel mundial.
La lección es clara: implementar cambios radicales en la producción mundial de alimentos que impliquen una reducción absoluta de los impactos es imposible sin la participación de los productores menos eficientes del mundo, y es allí donde el Codex Planetarius centrará su atención.
Un plan para mejorar la sostenibilidad
El objetivo del Codex Planetarius es garantizar que el comercio mundial mantenga o mejore la base de recursos naturales de los países exportadores para las generaciones futuras. ¿Cómo funcionará?
Los científicos están colaborando para desarrollar estándares mínimos de desempeño basados en la ciencia a nivel mundial para los impactos ambientales más significativos (como la salud del suelo, el uso del agua y las emisiones de gases de efecto invernadero) causados por la producción de los alimentos exportados.
Una vez implementados, estos estándares determinarán qué productores y alimentos son elegibles para la exportación. A diferencia de esfuerzos anteriores, estos estándares serán aplicados por los gobiernos y proporcionarán el marco legal para mejorar la sostenibilidad de toda la producción de exportación.
Implementar cambios a esta escala llevará tiempo. Pero no es imposible. De hecho, ya se ha hecho.
En 1963 se estableció un conjunto pionero de estándares globales de seguridad alimentaria conocido como Codex Alimentarius para fijar estándares mínimos de salud y seguridad para los alimentos comercializados a nivel mundial. El Codex Planetarius se basará en este ejemplo, extendiendo los estándares alimentarios más allá de las mesas a las granjas y todas las áreas de producción.
La solución del 1% para los productores de alimentos y el planeta
La implementación del Codex Planetarius presenta un desafío claro: los gobiernos carecen de fondos suficientes. Muchas empresas se muestran reacias a aumentar los costos y millones de productores, especialmente familias rurales, no pueden permitirse implementar tales estándares por sí solos.
Sin embargo, se puede implementar un mecanismo de pago simple pero poderoso para aprovechar el mercado global. La “solución del 1%” implicaría cobrar una tarifa ambiental del 1% además del precio de exportación de los productos alimenticios.
Si bien el impacto en los consumidores sería insignificante (quizás una ventiava parte de centavo de dolar por una caja de cereal de $4), estas tarifas facilitarían las amplias mejoras necesarias para reparar o mantener nuestro sistema alimentario. Por ejemplo, el potencial financiamiento generado por la exportación de solo cinco productos alimenticios en Estados Unidos habría sido de $780 millones en 2022.
El dinero recaudado iría a donde más se necesita. Eso significa ayudar a los productores de alimentos menos eficientes a reducir los impactos ambientales clave y al mismo tiempo mejorar su resiliencia frente al cambio climático. Esto podría incluir la reforestación en Brasil, la reducir las áreas marginales en Estados Unidos y la disminuir el uso de productos químicos en Vietnam, entre otras cosas.
¿Cuáles son los siguientes pasos?
El Codex Planetarius se encuentra actualmente en una fase de prueba de varios años. Durante este período, investigadores internacionales están examinando y probando los supuestos básicos del programa.
Una vez que esta investigación haya sido revisada, se lanzarán programas piloto en mercados de productos básicos seleccionados. Los datos recopilados a través de estos pilotos proporcionarán la base para que el Codex Planetarius se adopte a través de acuerdos comerciales bilaterales, luego multilaterales y, finalmente, organizaciones multinacionales.
Si bien el Codex Planetarius aún tiene muchos obstáculos que superar, ya nos está señalando hacia un mundo más sostenible, en el que la producción de alimentos puede comenzar a sanar, en lugar de dañar, los sistemas naturales de nuestro planeta.
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