Urge que los gobiernos se comprometan ante la pérdida y el desperdicio de alimentos

Se estima que hasta el 40% de la comida producida podría perderse o desperdiciarse a nivel mundial.

Tengo que confesar algo: quiero dejar mi trabajo actual para el 2030. Esa es la fecha que el mundo se ha fijado para lograr una reducción del 50% en el desperdicio de alimentos.

Trabajar para la organización de conservación más grande del mundo en algunos de los temas más importantes que definirán nuestro futuro, incluyendo el futuro de mis propios hijos, parece algo que pudiera entusiasmar a la mayoría de las personas. Pero la verdad es que cada día me pregunto por qué es tan difícil lograr que el mundo se comprometa a acabar con el desperdicio de alimentos.

De todas las soluciones que debatimos sobre el clima y la naturaleza, diría que reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es la menos polémica. Tiene tantos beneficios: puede reducir considerablemente las emisiones de carbono y metano; podría ayudar a disminuir la presión sobre los ecosistemas terrestres y acuáticos utilizados para la producción de alimentos; y ayuda a aliviar la inseguridad alimentaria mundial y el hambre. Sin embargo, a escala global, no se ha adoptado la reducción del desperdicio de alimentos como parte de los compromisos climáticos. Hasta la fecha, solo 38 gobiernos consideran la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos como parte de sus objetivos climáticos nacionales. ¿Por qué tan pocos gobiernos?

Usamos el 40% de toda la tierra habitable para producir alimentos. Pero un informe reciente de WWF estima que hasta el 40% de la comida producida podría perderse o desperdiciarse a nivel mundial. El enfoque habitual para la producción de alimentos incluye la constante expansión de nuestra huella agrícola, sacrificando bosques tropicales y pastizales, poniendo en peligro la vida silvestre que depende de esos hábitats. Hasta la fecha, la agricultura ha generado el 70% de la pérdida de biodiversidad en la tierra y el 50% en los ecosistemas de agua dulce. La agricultura produce alrededor del 30% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Literalmente estamos tirando la naturaleza a la basura, porque cuando desperdiciamos alimentos, desperdiciamos todos los recursos naturales que se utilizaron para producirlos. A la naturaleza le estamos dando una doble bofetada en la cara ya que la mayoría de los desechos de los alimentos terminan en vertederos. Esta comida en descomposición es la tercera causa más grande de emisiones de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono, tratándose del potencial que tiene ante el calentamiento global.

Lo que hace que esto sea aún más difícil de comprender es que la naturaleza es nuestra tecnología más valiosa para combatir el calentamiento global y el hambre. Un informe reciente reveló que el 80% del potencial de mitigación climática de las soluciones basadas en la tierra está vinculado a los sistemas alimentarios. Sabemos que en un mundo más cálido y seco, las áreas productivas pueden contraerse y los rendimientos pueden disminuir, al igual que la densidad nutricional de los alimentos, a menos que utilicemos la naturaleza como una tecnología para el cambio.

Muy poca gente está a favor de desperdiciar alimentos. Este es un tema que nos une. En parte debido al impacto positivo en sus resultados, las empresas están dando un paso al frente para reducir el desperdicio, mejorar sus cadenas de suministro e invertir en una economía circular. Sin embargo, muchos gobiernos no toman medidas enérgicas e inmediatas para abordar el problema.

Aquí algunas noticias positivas. Según el informe de progreso 2022 Champions 12.3 Progress Report, los países y bloques regionales que representan aproximadamente la mitad de la población mundial han establecido objetivos específicos alineados los ODS 12.3 (el objetivo mundial para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos en un 50%): Unión Africana, Argentina, Australia, China, Unión Europea, Indonesia, Japón, Malasia, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido, Estados Unidos y Vietnam.

Sin embargo, según un análisis de WRAP/PNUMA de 2022, a nivel mundial solo 38 países han incluido la pérdida y el desperdicio de alimentos en sus compromisos climáticos como parte de sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Entre los países más notorios que no tienen la pérdida y el desperdicio de alimentos como un compromiso climático están Estados Unidos, Brasil, India, Indonesia, Pakistán, México, Canadá, Nigeria, Bangladesh, Tailandia, Sudáfrica y Filipinas, algunos de los países más poblados del mundo. Todos estos países (incluidos muchos otros que no figuran en la lista) podrían unirse a los 38 países que han asumido compromisos climáticos sobre el desperdicio de alimentos, lo que tendría un impacto positivo en la seguridad alimentaria mundial, deteniendo y revirtiendo la pérdida de la naturaleza y limitando el calentamiento global a 1.5 grados centígrados.

Muchas de las soluciones para evitar la pérdida y el desperdicio de alimentos ya se conocen. Solo necesitamos ver inversiones, inversiones masivas. El mes pasado, la conmemoración del Día Internacional de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos arrancó tres meses antes para que los gobiernos formalizaran las acciones a través del Día Mundial de la Alimentación y las conferencias de la ONU sobre el clima y la biodiversidad. En noviembre, durante la conferencia climática en Egipto (COP27), se exhibirá el compromiso del sector privado para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, pero se requerirá el apoyo del gobierno porque la gestión de los desechos casi siempre se administra y financia a través de instituciones gubernamentales. Necesitamos que aumenten su participación: los gobiernos pueden hacer más para abordar el problema de la pérdida y el desperdicio de alimentos.

Cuando regrese de la COP27, espero hablar con mi hija de 16 años y mi hijo de 12 años y decirles que estamos progresando. Pero si el mundo no puede aceptar que reducir el desperdicio de alimentos es una obligación, entonces tal vez no estemos progresando. No podemos esperar a que la "próxima generación" solucione estos problemas porque no tenemos tiempo. Es mi generación la que debe arreglar esto, la generación del AHORA. Me gustaría jubilarme de mi trabajo actual en 2030 una vez que el mundo haya puesto en marcha una acción global para reducir los desechos y saber que estemos logrando un importante progreso.