Humanitarismo y ambientalismo: qué sigue en un mundo que cambia constantemente

Los desastres y el medio ambiente a menudo van de la mano. Los fenómenos meteorológicos extremos terminan en tragedia, devastan los medios de subsistencia, destruyen la infraestructura, desplazan a las personas y causan daños físicos que alteran los ecosistemas. Sin embargo, los procesos de reconstrucción pueden representar una oportunidad para reducir los riesgos a futuro trabajando con la naturaleza en lugar en contra de ella.

Anita van Breda, directora sénior de WWF de gestión ambiental y de desastres, ha trabajado en los nexos entre las acciones humanitarias y la gestión ambiental durante más de 15 años. A medida que la crisis climática aviva los desastres, los cuales son aún más intensos, los problemas ambientales y las necesidades humanitarias se entrelazan cada vez más. Aquí nos tomamos un tiempo para reflexionar sobre el pasado y ver hacia el futuro.

¿Cómo ha evolucionado tu trabajo en el tiempo, y la intersección de los sectores humanitario y ambiental?

Mi experiencia con trabajadores humanitarios comenzó cuando empezó una alianza entre WWF y la Cruz Roja, después del enorme tsunami del Océano Índico de 2004 que causó daños físicos, emocionales y sociales en toda la región. En ese momento, no era común que las organizaciones ambientales y humanitarias trabajaran juntas. Después del tsunami, se presentó una oportunidad inmediata de integrar enfoques ambientalmente responsables en los esfuerzos de recuperación y reconstrucción. A través de esta experiencia me convencí de que las comunidades pueden reconstruirse aún con mayor fortaleza al incorporar los problemas ambientales en los esfuerzos de recuperación y reconstrucción de desastres.

Los humanitarios y los ambientalistas tenemos diferentes perspectivas sobre el tiempo, hablamos diferentes lenguajes técnicos y, por lo general, no trabajamos ni entrenamos juntos. Por lo tanto, todos los involucrados necesitaban aprender mucho para comprender las visiones que los demás tenían del mundo. El trabajo de mi equipo ha crecido con el tiempo, tanto en la cantidad de personas e instituciones involucradas, como en la demanda de su aplicación, ya que, lamentablemente, los desastres están creciendo en escala y alcance.

¿Cuáles son algunas formas en que las organizaciones ambientales y humanitarias pueden trabajar juntas?

Pongamos como ejemplo a una agencia humanitaria que está trabajando con una comunidad local afectada por un desastre, ayudándola en la reconstrucción de sus medios de subsistencia. Tal vez esos medios se basen en recursos naturales como la pesca y la agricultura. Si es así, los humanitarios podrían aliarse a organizaciones centradas en la gestión ambiental para utilizar enfoques actualizados de gestión pesquera a fin de ayudar a las personas a recuperar la seguridad alimentaria y un desarrollo económico fiables. A lo largo de las costas, en las playas de arena y en los puertos pesqueros, la industria pesquera debe reconstruirse de manera tal que permita que el ecosistema se sostenga a sí mismo, así como a las personas que dependen de él a largo plazo.

Rickshaws durante inundaciones de marea en Bangladesh.

Plantas de manglar a lo largo de la costa de Fiji.

¿Cómo puede responder el mundo ante una serie de inundaciones que empeora y que seguimos viendo en los últimos años?

Cuando la gente piensa en la gestión de desastres, a menudo vienen a la mente imágenes de socorristas y esfuerzos de emergencias. Sin embargo, los esfuerzos para reducir los riesgos de desastres son igual de importantes. Una gran tormenta, por ejemplo, no siempre tiene que convertirse en una inundación desastrosa.

La naturaleza es una herramienta importante para ayudarnos a reducir los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos y puede evitar que se conviertan en desastres. Los humedales, por ejemplo, son ecosistemas críticos que pueden absorber y almacenar aguas inundadas, reduciendo el riesgo de desastres por inundaciones. Además, pueden traer innumerables beneficios a las comunidades locales, desde fortalecer la calidad del agua hasta brindar oportunidades de recreación. Pero en todo el mundo, los humedales están siendo rellenados para dar paso a nuevos desarrollos. La preservación, el manejo y la restauración de los humedales puede ayudar a reducir el riesgo de inundaciones peligrosas.

Nuestro curso de capacitación para la gestión de inundaciones naturales, Natural and Nature-based Flood Management: A Green Guide, brinda el apoyo a los administradores del agua para que utilicen enfoques naturales para reducir el riesgo de inundaciones en todo el mundo. Al aprovechar el poder de la naturaleza, podemos salvar vidas y los medios de subsistencia.

¿Qué acciones pueden tomar las personas para fortalecer la resiliencia de sus comunidades ante los desastres?

La preparación para desastres comienza en casa. Piensa si tienes un plan sobre cómo tú y tu familia responderían si hubiera un incendio, una inundación, un terremoto u otro evento extremo. A continuación, ve a tu alrededor. Consulta con tus vecinos y grupos comunitarios y analicen juntos cómo se comunicarían en caso de un desastre. ¿Están preparados y tienen el equipo para cuidarse unos a otros, a sus amigos y a sus vecinos mientras esperan la llegada de la ayuda profesional? Resulta muy útil estar actualizados con capacitación y herramientas de primeros auxilios y RCP para salvar vidas. Al crear sistemas de apoyo en nuestros hogares y vecindarios, todos nos volvemos más seguros. Si quieres hacer aún más, puedes preguntar en las agencias locales de gestión de desastres cómo están integrando los riesgos climáticos y las prácticas ambientalmente responsables en los planes de gestión de desastres.

Durante el año pasado, los eventos climáticos catastróficos cobraron vidas y abrumaron a las comunidades en todo el mundo. A medida que la crisis climática empeora, ¿cuáles consideras que son las necesidades más urgentes del mundo?

Del éxito que tengamos con los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, dependerá cuánto siga cambiando el clima. Pero sabemos que una cierta cantidad de cambios ya están integrados en el sistema, por lo que debemos tomarnos en serio la adaptación y la reducción de la vulnerabilidad. Necesitamos reconocer que los desastres no son inevitables; son una elección que hacemos como sociedad.

Para estar mejor preparados, debemos actualizar los planes de gestión de emergencias para incorporar los riesgos de una crisis climática que empeora. Y, tras un desastre, debemos reconstruir nuestras comunidades y nuestra infraestructura de manera que tomen en cuenta cómo está cambiando el mundo.