Cambiando el enfoque en el desarrollo de infraestructura en un mundo que se calienta rápidamente

De cara a un clima en constante cambio y la acelerada disminución de la biodiversidad en la Tierra, necesitamos considerar como planificamos y construimos nuestra infraestructura: las carreteras que nos conectan; las redes de energía que alimentan nuestros hogares y negocios; y todo lo que construimos alrededor del mundo para satisfacer nuestras necesidades diarias.

En los años 1800 y 1900 en Europa y Estados Unidos, los planes para construir nueva infraestructura rara vez tomaban en cuenta los beneficios de la naturaleza. De hecho, es una práctica que aún continúa en la mayoría de las inversiones de infraestructura de hoy día en muchos países de todo el mundo. Con el fin de apoyar el desarrollo económico y de infraestructura, se perdieron grandes extensiones de hábitats naturales que solían estar intactos, así como los valiosos recursos y servicios que esos lugares proporcionaban. Y, precisamente, ese desprecio por el medio ambiente ha contribuido a la crisis climática que enfrentamos actualmente.

Más del 75% de la infraestructura que necesitaremos para el año 2050 aún no está construida. Podemos y debemos replantear nuestro enfoque sobre el desarrollo: cómo evitar el impacto en la naturaleza, qué está dando a cambio y de qué manera nos está brindando lo que necesitamos.

¿Cómo debería ser el nuevo enfoque para el desarrollo de infraestructura?, ¿cómo puede ser más sostenible y resistente al clima?

Considerando desde el inicio un diseño que beneficie tanto a las personas como a la naturaleza, en lugar de intervenir más tarde cuando solo es posible realizar pequeños cambios. Necesitamos valorar los beneficios proporcionados por la naturaleza en todo el entorno antes de gastar un solo dólar para la construcción de gran infraestructura.

Supongamos que se necesita un nuevo camino junto a un río que brinda agua a las personas río abajo. Al trazar la ruta que seguirá el camino se deben considerar las condiciones del área circundante. ¿Qué pasa si se deforesta aguas arriba? La erosión y una inundación repentinas podrían dañar el camino, haciendo que el proyecto sea financieramente inviable. ¿Qué pasa si el diseño del camino atraviesa la ruta principal para que los alces accedan al agua –que es cada vez más escasa-, poniendo en peligro tanto a los conductores como a los animales? Tener en cuenta todo el entorno y las muchas formas en que apoya a las personas desde un inicio permitiría a los desarrolladores identificar y evitar costosos impactos como éstos desde el principio, en lugar de tener que gastar tiempo y dinero reparando un camino recién construido.

Cuando se tiene una mejor comprensión a escala del entorno y de cómo funciona el hábitat natural y qué beneficios brinda a las personas y a la vida silvestre, es cuando podemos influir en las políticas públicas y la planificación para un mejor desarrollo. Esto hará que las grandes inversiones que hacemos en infraestructura a gran escala sean mucho más duraderas ante patrones climáticos cada vez más extremos, más útiles para las personas y menos dañinas para los hábitats y la vida silvestre.

WWF trabaja con los gobiernos y los desarrolladores en la fase de planificación de proyectos para ayudar a comprender el estado actual de sus espacios naturales: por ejemplo, la forma en la que funciona un hábitat ahora y cómo tendrá que funcionar en un futuro de creciente cambio climático; dónde vive la vida silvestre y qué necesita; en qué lugares los bosques pueden ayudar a suministrar agua limpia; y dónde se almacena el carbono. Esa información ayuda a los desarrolladores a tomar mejores decisiones que no solo benefician a las personas sino también a la naturaleza.