El COVID y la tribu Ba’Aka de Dzanga-Sangha


En la era del COVID-19 han surgido muchas nuevas rutinas para todos nosotros. Las cuarentenas y el distanciamiento social no son algo normal para la mayoría de los seres humanos y tampoco son iguales en las distintas ciudades, comunidades o países en que vivimos. Sin embargo, a miles de kilómetros de distancia, en la República Centroafricana, la tribu indígena Ba’Aka de Dzanga-Sangha está llevando el distanciamiento social al siguiente nivel.

La historia de Dzanga-Sangha

El complejo de áreas protegidas Dzanga-Sangha, una de las tres áreas hermanas que conforman un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO, resguarda parte de la cuenca del Congo, la segunda selva tropical más grande del planeta. El bosque de la cuenca del Congo, increíblemente rico en biodiversidad, que alberga especies en peligro de extinción como los elefantes y los gorilas, ha estado habitado por los humanos durante más de 50,000 años y es el hogar de casi 150 grupos étnicos distintos, incluyendo el pueblo Ba'Aka, una tribu con profundas raíces en un antiguo estilo de vida de cazadores-recolectores. Los Ba'Aka dependen de la abundancia de recursos naturales de Dzanga-Sangha para conseguir alimentos y medicinas tradicionales, y para mantener sus medios de vida a través del ecoturismo y actividades relacionadas.

A lone male western lowland gorilla stands against a background of trees

Cuando WWF ayudó por primera vez a establecer Dzanga-Sangha en 1990, se concibió como un área protegida que pudiera servir como refugio para la vida silvestre y brindar oportunidades para asegurar un mejor estilo de vida a los Ba’Aka. Como parte de un enfoque holístico e inclusivo para la conservación, WWF trabaja con el gobierno, el pueblo Ba'Aka y otras partes interesadas de la comunidad para proteger esta zona crítica para la biodiversidad, así como para apoyar y mejorar los medios de vida de los pueblos indígenas y otras comunidades que viven allí. Juntos, durante los últimos 30 años, se construyó un hospital, se han fomentado programas de ecoturismo, implementado proyectos para proteger la vida silvestre y mucho más. La alianza con la comunidad local en todas estas iniciativas no ha sido crítica para alcanzar el éxito, sino que es un elemento fundamental del enfoque de conservación de WWF.

Los Ba’Aka y el COVID-19

A mediados de marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente que el brote de COVID-19 se había convertido en pandemia, WWF tuvo que poner en pausa inmediatamente algunos programas de campo y actividades de conservación para tratar de mitigar la propagación del virus. El ecoturismo se detuvo abruptamente y algunas de las participaciones que comúnmente tiene WWF con las comunidades tuvieron que suspenderse con el fin de proteger a las poblaciones locales.

En un país cuya infraestructura de salud es casi inexistente, las enfermedades transmisibles pueden tener impactos catastróficos en las comunidades indígenas. El aislamiento es la mejor defensa para los Ba’Aka contra el virus. Gran parte de los miembros la tribu se agruparon por familia o aldea y abandonaron sus comunidades más pobladas para regresar a sus campamentos de caza en el bosque y así poner en práctica su mejor versión de distanciamiento social.

Si bien la participación habitual de la comunidad está en pausa, WWF continúa apoyando a la gente Ba’Aka en estos momentos increíblemente difíciles. Con el fin de limitar la interacción de la tribu con los demás y ayudarlos a mantenerse saludables mientras se aíslan en el bosque, se designaron representantes de la comunidad Ba'Aka como personas de contacto para reunirse con unos pocos miembros del personal de WWF quienes les brindan alimentos, atención médica y suministros esenciales. Estos esfuerzos benefician a más de 3,000 personas, asegurando que cuenten con lo que necesitan mientras esperan el fin de esta tormenta desde sus campamentos.

Los hombres Ba'Aka que hacen mascarillas faciales para proteger a los miembros de la comunidad ante el COVID-19.

Para los miembros de la comunidad que optaron por no internarse en el bosque, se establecieron medidas para crear conciencia sobre el virus y mitigar su propagación en las aldeas. El personal de WWF utiliza la estación de radio comunitaria, Radio Ndjokou, para realizar transmisiones públicas diarias que incluyen funciones especiales para niños, información sobre la lucha contra el COVID-19 y orientación sobre lo que las personas pueden hacer para protegerse a sí mismas y entre sí. Se instalaron hasta 200 estaciones de lavado de manos en las aldeas de Dzanga-Sangha y una parte del departamento de conservación de la comunidad se convirtió en un taller para fabricar mascarillas faciales. Para julio, los sastres locales habían producido 14,000 mascarillas que luego fueron distribuidas por el personal de WWF.

En un esfuerzo adicional para proteger a la gente de Dzanga-Sangha, se construyeron puestos de control de salud en la carretera principal desde Bangui, la capital de la República Centroafricana, hasta el área mientras que los insumos para las pruebas de coronavirus llegaron desde Alemania. Hasta la fecha no se han detectado infecciones en Dzanga-Sangha.

La conservación en Dzanga-Sangha puede parecer distinta a lo que se hacía hace apenas un año. Pero la misión sigue siendo la misma: garantizar que se satisfagan las necesidades de la población local y preservar los recursos naturales que los respaldan.

Miembros de la comunidad Ba'Aka adentrándose en el bosque.